Ha venido de visita una familia a Málaga que tiene muchos miembros, se llaman mercadillo, rastrillo, comida, almuerzo, verbena, partido de fútbol, torneo de golf, fundación, reunión campestre, bueno, en resumen, cualquier evento a ajuntamiento de personas. Esta familia tiene como apellido solidario, no sé si es una moda o si realmente esto es de toda la vida y es la edad la que te encauza en esta vorágine de acontecimientos en pos de una mejor vida para algo o alguien.

Conste en acta que me parece fenomenal que haya multitud de eventos solidarios, no tengo tan claro que el objetivo debiera ser meramente recaudatorio, creo que concienciar tiene más futuro que recaudar, por aquello de los peces, la caña y de enseñar a pescar. Por otro lado, si realmente hubiera justicia e igualdad de oportunidades en la Andalucía de las modernizaciones probablemente no harían falta eventos solidarios, pero eso se lo dejo a Don Antonio, mi profesor de filosofía de COU, y sus lecciones de Marx. Lo que no me gusta tanto y también hago constar en acta es la poca transparencia de algunos eventos solidarios por los pobres, que me da a mí que es por los pobres que lo organizan y se lo llevan calentito, en plan ya que venís al evento solidario de fulanito pasaros por el bar Paquito que lo vamos a pasar chachi piruli.

Mientras tanto los que son objetos de la solidaridad, los pobres de verdad, los necesitados por falta de oportunidades e injusticias, siguen con sus penurias y sin poder ocupar un hueco en la mente de los que nos los pasamos teta haciendo relaciones en los eventos solidarios. A lo mejor hacen falta menos eventos mensuales y más conciencia diaria. O no. O sí. No sé si mi profesor de filosofía llevará razón.