Próximo a que se cumpla un año de vigencia de la Reforma Laboral, (aprobada en junio mediante Decreto-ley y posteriormente ratificada en las Cortes Generales por la Ley 35/2010 de 17 de septiembre), no parece que haya tenido muchos efectos positivos en nuestro sufrido mercado laboral.

Destaca el incremento en cinco puntos del paro en el último año, con una tasa del 29,6 por ciento en Andalucía. El desempleo también creció tres puntos en España con una tasa del 21,2 por ciento. En materia de contratación, comprobamos que en este mismo periodo los contratos indefinidos han descendido un 2,4 por ciento, mientras que la estrella de la reforma, el contrato de fomento de la contratación indefinida, ha descendido en un 33 por ciento. La contratación temporal, lejos de disminuir, ha aumentado tres puntos porcentuales.

Así las cosas, tras las concluyentes cifras anteriores, ya tenemos nuevo Decreto-ley de medidas urgentes para la reforma de la negociación colectiva, según acuerdo de Consejo de Ministros del pasado viernes 10 de junio. Como suele ocurrir, su contenido podrá ser matizado en la futura tramitación parlamentaria como norma con rango de Ley, pero sin duda las líneas generales del mismo se mantendrán, y ya generan controversia y opiniones para todos los gustos.

Además de plantear serias dudas sobre su viabilidad y su contenido, la reforma de los convenios puede generar confusión y poca claridad sobre las materias abordadas, garantizando, eso sí, los conflictos y la litigiosidad. Dotar a la empresa de mayor flexibilidad interna vuelve a ser la gran asignatura pendiente de esta nueva reforma.

Tras cuatro intensos meses de negociación, los agentes económicos y sociales no alcanzaron un acuerdo que en algún momento estuvo cerca, pero sorprende que el decreto no haya contemplado ninguna de las áreas de consenso que se habían identificado en la mesa de negociación, y que deberían haber sido la pauta general del documento final.

Así, respecto a la flexibilidad interna, la propuesta empresarial incidía en materia de distribución irregular de la jornada y en bolsas de horas en unos porcentajes del 15 por ciento y 40 horas anuales, respectivamente. También en la capacidad del empresario de tomar decisiones causales proporcionadas y sujetas a la tutela de la mediación, el arbitraje o judicial, y con preaviso a los representantes de los trabajadores. El texto del Gobierno apenas recoge una distribución irregular de la jornada del 5 por ciento. Puramente testimonial.

En cuanto a la ultraactividad (prórroga indefinida de los convenios), se establece a partir de su denuncia un largo plazo de hasta 14 meses de extensión tras su pérdida de vigencia, manteniéndose esta regulación anómala en Europa.

Destaca, entre otros asuntos, el reforzamiento de las Comisiones Paritarias de los Convenios dotándolas de un papel más activo, pero que en ningún caso deben ser consideradas como un órgano decisorio para dilucidar discrepancias entre las partes, debido a su propia estructura paritaria. Precisamente, según el decreto, las líneas de posible impulso de los medios extrajudiciales de resolución de conflictos (mediación y arbitraje), serán en su momento desarrolladas por las organizaciones empresariales y sindicales más representativas.

Cuestiones sobre la estructura de los convenios y legitimación para negociar no satisfacen a casi nadie. Han quedado excluidas del texto legal del Gobierno las propuestas empresariales en materia de excluir a los directivos y nuevos emprendedores autónomos. Se ha eliminado cualquier referencia a los acuerdos alcanzados en materia de absentismo laboral y el papel de las mutuas en su gestión. En cuanto a las necesarias medidas de incentivación del empleo, han quedado transferidas a la mesa sobre contratación.

No se aprecia ningún avance positivo y relevante desde el punto de vista del interés empresarial en la configuración de un nuevo modelo de negociación colectiva. Tampoco se favorecen las necesidades de las empresas de flexibilidad y adaptación a las circunstancias económicas y productivas. Estamos ante otra oportunidad perdida para dinamizar nuestro mercado laboral. Esto es, ante la larga crisis, ni ruido ni nueces.