El Museo Picasso atraviesa su primera gran crisis, a cuento del desplante de la nuera del pintor y legataria principal de la colección, Christine Ruiz-Picasso, al consejero de Cultura, Paulino Plata. A ella no le gusta la exposición Viñetas en el frente, que refleja la creatividad y compromiso del pintor, que nunca ocultó, contra el levantamiento de julio del 36. Dice que el museo se está utilizando con fines políticos, pero la politización ha llegado precisamente con sus declaraciones y nos retrotrae a un debate, el de la Guerra Civil, que para la mayoría de los españoles está superado.

Nadie se cree este argumento y por eso Málaga está siendo estos días un hervidero de especulaciones sobre cuál es la razón de fondo de este capítulo inusual que pone en peligro la gestión de una pinacoteca que hasta ahora ha sido más que razonable. Una simbiosis entre una administración pública y su dinero y una familia heredera y su colección de arte. Van a partes iguales en las decisiones, aunque la familia disfruta de la consideración pública, un mimo reflejado en la clase política andaluza y en los medios de comunicación que nunca ha sido cuestionado.

A pesar de que este tipo de muestras se prepara en tiempo y forma –llevan más de un año de gestión y todos los que pintan algo en el museo siempre están informados y toman posturas– ha habido una ruptura inesperada que probablemente se cobre la cabeza del director del museo, José Lebrero, un gestor cultural de una trayectoria exitosa y sin tacha que ha conseguido abrir el museo a la ciudad, aumentar las visitas y su proyección internacional, y que tiene toda la pinta de que va a ser víctima de un despido ideológico. Digo probablemente, porque en el pleno del Patronato del museo que se celebrará mañana, la Junta y la parte privada, con siete votos cada uno, empatarán, lo cual es poca cosa para mantener en el puesto a Lebrero. Christine ha pedido su cese porque ya no confía en él. No le gusta este director, el cuarto en ocho años y un hombre poco influenciable, poco manejable, que ahora se enfrenta a una delicada situación profesional. ¿Cómo podrá seguir gestionando la empresa sin la confianza de los dueños del producto? A día de ayer, la Junta no tenía claro si iba a hacer una defensa cerrada del susodicho. Prefiere templar gaitas y cultivar la relación con la familia para que esto no se desmadre aún más.

Pero volvamos a las especulaciones. En los mentideros políticos se baraja la idea de un giro hacia el azul gaviota por lo que pudiera pasar en las próximas elecciones autonómicas, aconsejada Christine por algunos patronos privados muy conservadores. Se buscan también razonamientos en un posible malestar causado porque el proyecto de la Consejería de Veinte años bajo la mirada de Picasso, la conmemoración de la primera exposición en Málaga de la obra picassiana, se vaya a hacer a cargo del presupuesto del museo. También se dice que a Christine no le gustó que la muestra Viñetas del frente reste protagonismo a la de fotografías de Duncan, con quien comparte espacio. Incluso, los más suspicaces hablan de que hace ya tiempo se prohibió a un miembro de la familia utilizar el palacio de Buenavista para celebrar una fiesta particular. El conflicto ha dejado una rendija por la que van saliendo trapos sucios, aunque sólo sean conjeturas. En cualquier caso, se ha producido una fractura indeseada y estamos situados ante el personalismo de la legataria de la colección frente a la gestión y el presupuesto público que mantiene un museo de todos los andaluces.