Hace unos días, al felicitarme el santo por e-mail, una persona amiga, de imaginación siempre inquietante, escribe esto: «Recordar es bonito, sobre todo si tenemos tantas facilidades/felicidades». Esa casi homonimia entre facilidad y felicidad me deja preocupado. Hasta ahora no ha saltado una palabra sobre la otra, dando lugar al apareo conocido como metátesis (tal vez la más creativa fertilización del idioma), pero el mensaje recibido es un aviso.

No está claro si en esos casos la unión se produce antes en la idea o en la palabra, pero lo probable es lo segundo: una palabra succiona a otra, por la dejadez del hablante, que busca siempre la facilidad (¡coño, otra vez!), y dos ideas se unen, creando un campo de ambigüedad. En este caso las consecuencias, en el orden moral, serían desastrosas. La gente empezaría a pensar, ahora con fundamento semántico, que lo feliz es lo fácil, y al revés.