Málaga es una ciudad de grandes sorpresas, lo ha sido siempre. Aunque parezca lo contrario, los malagueños tenemos un espíritu latente de entusiasmo, cosmopolitismo y modernidad. A veces sólo hace falta prender la llama para que ocurran hitos imprevisibles que trascienden la esfera local proyectándose en el universo cultural español y, de esto, somos todavía poco conscientes.

La Málaga de los años 30, la impresora, la poeta, la ácrata, la del Carnaval viaja en paralelo con la Málaga de los sintetizadores y las crestas, la Málaga de la libertad y la fiesta, la de la contemporaneidad, vivida durante toda la década de los ochenta. Si cada época ha tenido un medio de referencia underground, la actual también tiene su propia plataforma de comunicación de las ideas, las actividades y las tendencias. En los primeros años del siglo anterior revistas literarias como Litoral aunaban los sentimientos y pasiones de una generación fundamental en la historia de nuestra ciudad. En los ochenta la fiebre del fanzine hizo mella en una generación que explotaba tras la muerte del dictador. Precisamente, en aquellos años, Coín era un hervidero de publicaciones alternativas que daban cobijo literario y gráfico a míticas programaciones musicales en los Coinciertos, a alguna de las exposiciones de su galería de arte contemporáneo, Alameda, o se hacían eco de las innumerables e increíbles parties que se organizaban allí. En la capital, el protagonismo era para la revista que publicaba Lutz Petry, con el sugerente título de Imágenes Alteradas, o para Bulevar, fantástica edición al cuidado de los carismáticos Alfredo Taján, Salomón Castiel y José Luis Olivares. Ambas dedicadas en cada página a resaltar con pasión los momentos musicales y artísticos de una generación donde la modernidad y el buen gusto eran las señas de identidad.

Los tiempos cambian y con ellos los formatos; de la revista y el fanzine hemos pasado en los últimos años a la fiebre bloguera. En este contexto, hace exactamente cinco años, un joven oriundo de Vélez-Málaga, entusiasmado con escribir en su blog sus vivencias y pasiones postadolescentes, se embarcó en la aventura de crear una página que aunara las actividades culturales malagueñas que, a su modo de ver, resultaban más interesantes y rabiosamente actuales. Así nació Málaga es cool, un blog de información cultural que a día de hoy se ha convertido en la publicación de cabecera de aquellos que no quieren perderse ni uno de los acontecimientos programados en la ciudad por los gestores y los espacios más contemporáneos. Gracias a la inquieta actitud de Eduardo y a la necesidad de obtener información cultural de interés y especializada, hemos sido testigos de como lo que empezó siendo una pequeña página amateur se ha convertido en estos últimos cinco años en una publicación online de referencia de la actividad cultural malagueña más interesante y actual.

Con una perspectiva siempre cercana y emocionada, las entradas a este blog reflejan la historia cultural viva desde 2006 hasta nuestros días. Muchas de las actividades y propuestas que luego han acabado siendo relevantes culturalmente y, por tanto, objeto de atención por parte de los medios de comunicación más convencionales y masivos, han tenido su primer reflejo en las páginas de esta revista online, siempre pendiente de lo último, de lo nuevo, de lo interesante, de lo divertido. Actualmente tienen unos 1600 lectores registrados en el boletín electrónico, con más de un 50% de apertura y la web recibe más de 70.000 impresiones por mes.

Todo un ejemplo de como la iniciativa y las buenas ideas tienen su recompensa y acaban dando valor no sólo al producto, sino también a su cabeza pensante. Actualmente, Eduardo o Jules Juliette, como se hace llamar en las redes sociales el promotor de Málaga es cool (conocido por la generación fotologuera también como chicosano), reside desde hace tres años en Barcelona y trabaja para una de las revistas culturales online más importantes. Pero aún con la distancia como inconveniente, no ha dejado ni un día de actualizar un blog que se ha convertido en una pieza fundamental del nuevo y dinámico sector cultural malagueño, con la misma visión romántica y entusiasta con la que empezó siendo prácticamente un chaval.

La ciudad necesita de resortes informativos de esta naturaleza, que sirvan como acicate para que muchos de los que se lanzan a la producción, exhibición o creación artística sientan la recompensa de ver como su trabajo y sus ideas tienen reflejo en las páginas de alguna revista cultural. Málaga es cool es, sin duda, pieza clave de este nuevo engranaje.