El electorado se mueve siempre por el escenario. No son movimientos pendulares, sino corrimientos de la masa de carne, que unas veces se echa más bien a un lado y otras al otro. El político está obligado a moverse también, de igual modo que el girasol se mueve con el astro rey, pues si se queda quieto puede encontrarse de repente solo. La gente no entiende estos cambios del político debido a que en realidad no entiende su verdadero papel. La ideología del político de raza es como la ideología de un medio de comunicación. No quiere esto decir que no tenga ninguna, pero cada uno tiene su clientela, a la que sirve, y que es su fondo de comercio. Aunque cumplen una cierta función orientadora y educadora, no pueden salirse mucho del gusto general del cliente, pues a esa sintonía le deben lo que son. La capacidad para acertar se mide en un caso en las urnas, y en el otro en la OJD.