En apenas una semana, dos creadores españoles han sido portada del New York Times. La presencia rutinaria de Rafael Nadal –una de las cien personas más influyentes del planeta, según el semanario Time– en el rotativo neoyorquino se ha complementado con la reproducción de Faena de muleta, el cuadro de Miquel Barceló adjudicado por cuatro millones y medio de euros en la subasta londinense de Christie´s. El tenista pone en juego su cotización a cada torneo que disputa, por no hablar del ranking de la ATP que ha copado durante más de un año. El artista ha saldado a golpe de mazo las disquisiciones sobre su valía. Si se obedece sin rechistar a los mercados económicos, no tiene sentido dudar del veredicto del mercado del arte. La valoración crítica internacional está a la altura de la cotización alcanzada por Barceló.

En el Herald Tribune, edición europea del NYT, el crítico Souren Melikian describe Faena de muleta como «una de las obras de arte contemporáneo más notables sacadas a subasta. La imagen de la arena de Nimes logra la hazaña contradictoria de ser a la vez auténticamente figurativa y próxima a la abstracción. La escena posee una cualidad escultórica y un ritmo vibrante». Por si quedara alguna duda, la define como «la sensación de la sesión» de Christie´s, donde figuraban obras de Warhol, Bacon o Freud. En el resumen periodístico, «una obra maestra».

La venta de Faena de muleta cumple con la expresión norteamericana «pon el dinero donde tienes la boca», que no es precisamente una invitación a ingerir billetes. Cuando la calificación de «obra maestra» se ve ratificada por el aporte de 730 millones de pesetas, el precio adquiere incluso más relevancia que la firma. Aun admitiendo que los artistas no tan pagados suelen disentir del factor monetario como criterio para aquilatar una obra de arte, la mayoría de creadores aceptarían un remate de cuatro millones y medio de euros por una de sus producciones, sin que les detuviera el peligro de contaminarse de la atmósfera crematística. Tras la subasta de Christie´s, se concluyó que Barceló pasaba a ser el pintor español vivo más cotizado, desbancando a una estampa madrileña de Antonio López. Sin embargo, la concesión del liderazgo deja corta la magnitud del precio obtenido en Londres.

En primer lugar, Faena de muleta dobló ampliamente la cantidad pagada por la obra más cara hasta la fecha. Además, los cuatro millones y medio de euros superan la suma de las cifras pagadas por los diez artistas que encabezan la lista de españoles vivos. Con todos los respetos hacia las decenas de miles de euros obtenidos por Plensa, Feito o Cristina Iglesias, cuesta colocarlos en la misma clasificación de una obra que multiplica por cien sus cotizaciones. Y por si los argumentos anteriores resultaran insuficientes, Barceló repitió la gesta dos días después en la única rival de Christie´s. El tema taurino El muletero fue adjudicado por Sotheby´s en dos millones y medio de euros. La cifra palidece frente a la obtenida por Faena de muleta, pero también sería en sí misma la obra española mejor pagada hasta la semana pasada.

Por tanto, el pintor ocupa las dos primeras posiciones, con una suma que equivale a lo obtenido por los cien españoles vivos más cotizados. En fin, la pintura barceloniana España económica salió en Londres por medio millón de euros, una cota casi irrisoria para las cimas conquistadas por el pintor, pero que por sí sola sería la cuarta del ranking. Si la obra artística mide la captación de la realidad distante, su precio atrapa la realidad circundante. Bajo este criterio, Barceló se ha proclamado en una semana como el único artista español con vida —estar vivo rebaja notablemente los precios de un creador— por lo menos según la percepción consolidada allende las fronteras en millones de euros. A sus 54 años, ha proyectado estelarmente en el siglo XXI su identidad de artista forjado en el siglo XX.

Dado que sus publicistas han sido tradicionalmente sus peores enemigos, la sentencia londinense lo reinventa al despojarlo de su condición de favorito de la crema progresista y de los gobernantes autóctonos. Puede liberarlo incluso de la pasión por decorar sus apariciones con reyes, obispos y secretarios generales de la ONU.

Por el azar de una subasta, colocar a Barceló en una lista con otros españoles vivos equivale a ponderar a Nadal respecto a sus muy dignos rivales nacidos en España, cuando la diferencia es al menos de diez grand slams.

El autor de Faena de muleta es el único vivo que puede competir con los mitos históricos del arte español. Conociendo a Barceló, sólo podrá descartar su triunfo en esta nueva lid quien esté dispuesto a poner su dinero donde tiene la boca.