Cuarenta centímetros es muy poco, es muy poco para aparcar una moto, que ahora en el peatonalizado Centro no es fácil, hay veces que ni siquiera hay ese espacio. Siguiendo con los medios de transporte, si vas en bici cuarenta centímetros o poco más es lo que hay en la acera de los Baños del Carmen de nuestra ciudad de Málaga para no caer al precipicio del asfalto, donde los coches van a más de cuarenta por hora.

Cuarenta centímetros son cuatro decímetros, unidad que solo sirve para despistar en los problemas cuando eres niño en cuarto de primaria. Cuarenta centímetros puede ser un mundo en una disputa vecinal, un par de ladrillos, un muro eterno. Cuarenta centímetros pueden separar a Reina Juliana de San Andrés en la regata de jábegas de El Palo y darle la victoria a los primeros, éstos dirán que por que poco y aquellos que fueron suficientes, muchos para uno muy poco para otros.

Para separar la esencia de la Feria de Málaga en el Real del Cortijo de Torres o en el Centro de la ciudad de lo que realmente es una discoteca más con un único afán recaudatorio, probablemente cuarenta centímetros sean muy pocos y deberían estar mucho más alejadas unos de los otros, quizá no sólo en distancia sino en coincidencia temporal.

Cuarenta centímetros me separaron del alcalde de Málaga el viernes pasado, en la cena de Madre Coraje, siempre atento a lo que pasa en la ciudad. Él estuvo quizá como símbolo pues sólo fueron unos minutos, pero su gente estuvo allí, desde el principio hasta el final, su gente, los que están en los barrios y eso es lo que ahora toca, ¿no? Estar pendientes de los que están pendientes y de los dependientes.

Cuarenta centímetros son nada o son mucho, depende de para qué, para quién o con qué voluntad se midan.