Así es la política. Hasta hace unos días Zapatero era el centro de atención y ahora lo es Alfredo Pérez Rubalcaba. El presidente lleva tiempo desdibujándose, y ahora lo está más que nunca. El fenómeno se repite. Cuando un político llega al poder está exultante allá en la cima del mundo, olvidándose que llegará el día en que tendrá que dejarlo, y que la mayoría de las veces totalmente cuestionado por quienes antes le aplaudían.

Cuando en la antigua Roma un general regresaba victorioso y se le hacía el honor de entrar en la ciudad en una cuadriga engalanada lo hacía acompañado de un esclavo que repetía: «Recuerda que sólo eres un hombre, recuerda que sólo eres un hombre». Sin duda, la frase era un trago de hiel en medio de los vítores y aplausos de los ciudadanos romanos.

No digo que reinventemos la figura. De alguna manera la prensa libre ya se encarga de recordar a los presidentes y a los políticos que sólo son un hombre, o una mujer, pero suele suceder que cuando están en el apogeo del poder no escuchan, se creen los más listos, han llegado hasta lo más alto, de manera que miran a quienes les critican como un estorbo.

Le ha pasado a Zapatero, le pasó a Aznar, a González, a Calvo Sotelo no le dio tiempo, y Adolfo Suárez vivió unas circunstancias tan difíciles que no eran como para disfrutar del poder.

Zapatero ya está descontado y cada día que pasa aumentará el vacío a su alrededor. Ya han comenzado a aflorar las primeras críticas incluso entre quienes hasta ayer le jaleaban. Ahora son muchos los socialistas que se alegran de que el candidato Rubalcaba haya trazado unas líneas de futuro en las que el PSOE vuelve a buscar sus señas de identidad socialdemócratas. Esas señas de identidad abandonadas por Zapatero, que ha gobernado más como un político de Partido Radical que como un socialista. Y ahora, los mismos que se callaban, que no se atrevían a decir en público lo que le criticaban en privado, suspiran aliviados, como si salieran de una pesadilla.

Zapatero se va dejando unos cuantos problemas en la mesa. No sólo la crisis económica, que evidentemente no es culpa suya, pero sí ha debilitado al Estado abriendo el melón de las autonomías y, como despedida, promoviendo una política que da alas a los amigos de los etarras cuando estos ya estaban arrinconados.

En cuanto a Rubalcaba, en mi opinión, suenan bien la letra y la música que ha desgranado ante los suyos como propuestas en caso de que el PSOE gane las próximas generales. Rubalcaba se ha centrado en la izquierda, es decir ha girado a la izquierda o lo que es lo mismo pretende que el PSOE vuelva a ser lo que era: un partido socialdemócrata.

A mí me parece estupendo que parte de los beneficios de la banca sirvan para crear empleo y que se pague el Impuesto de Patrimonio, pero las grandes fortunas, no el trabajador que después de toda una vida de trabajo se ha comprado una casa o como mucho, además, un apartamento en la playa. Como también me tranquiliza el compromiso de Rubalcaba de mantener la sanidad pública y que la educación continúe siendo uno de los pilares de la política socialista. Y que pida austeridad ,o que la política del suelo sea controlada desde el Estado.

Rubalcaba se ha reinventado a si mismo recolocando al PSOE en lo que era, pero ahora viene lo más difícil: hacerse creíble y de ese modo recuperar a parte de ese electorado que ha abandonado al PSOE a cuenta de las políticas de Zapatero.

No lo va a tener nada fácil el candidato, y no porque le falten recursos o talento, que los tiene, sino porque recuperar la credibilidad no suele ser tarea fácil. Eso sí, sería deseable que Rubalcaba que siempre ha ejercido de «segundo», con mucho poder pero «segundo», ahora que es el «primero» en el PSOE, no olvide que sólo es un hombre, ni más ni menos.