Desde que la izquierda perdiera su ideología más clásica, la tentación justicialista asoma de cuando en cuando (recordemos lo de los «descamisados»). Bajo la terratenencia el malo era siempre el conde (en general con razón), en el capitalismo industrial el empresario, en el financiero los bancos; aunque en realidad los bancos han sido siempre los malos. Lo que hace un banco es pedir prestado dinero a la gente, con la obligación de devolvérselo, y prestarlo a otra gente, bajo el compromiso de que se lo devuelva. Por el medio se queda con un precio, formado por los costes de ese trabajo y un margen que en % no es gran cosa. Aunque siempre hay abusos, excesos y errores, los que de veras nos sacan las tripas están mucho más arriba, y más lejos. La única izquierda de verdad es la antisistema, pero como de esa hay poca en los partidos para llenar el vacío se echa mano al justicialismo.