El mundo de la cultura de Málaga ha recibido esta semana la noticia –ya rumiada por todos– del regreso de Salomón Castiel a la escena local. El que fuera director del Teatro Cervantes ha sido nombrado director del Área de Cultura de la Diputación, cargo que los últimos años desarrolló de manera exquisita Juan Antonio Vigar. Ambos, Castiel y Vigar, son amantes del cine y en su currículum comparten tareas en el Festival de Málaga Cine Español, donde uno y otro trabajaron codo con codo hasta la salida del segundo y la posterior marcha del primero.

Es más que posible que Vigar desempeñe en un futuro no muy lejano algún cargo en el destartalado organigrama de la cita municipal con el celuloide patrio. Por su lado, Castiel ha querido mantenerse vinculado a la Mostra de Valencia, donde permanecerá como director artístico. En un principio, la llegada de Castiel debería ser una feliz noticia para los malagueños. Seguro que sabrá encontrar la fórmula para alcanzar uno de los principales objetivos de su jefa, la diputada de Cultura, Marina Bravo, que no es otro que hacer más visible la actividad cultural de la Diputación. «Creo que el Área de Cultura del Ayuntamiento le ha echado la pata a la Diputación en estos últimos años, y la Diputación tiene que volver a estar». Las palabras de Bravo dejan bien clara la razón por la que se ha optado por el exdirector del Cervantes–aunque el fichaje venga de manos de Elías Bendodo, el verdadero responsable de esta Operación Castiel–.

Lo que ocurre con Castiel, y así fue en los años que estuvo al frente del coliseo malagueño y de la cita cinematográfica, es que a su paso se extiende una sombra de dudas del tamaño de un asteroide –sombras que, por cierto, sigue alimentando su sucesor en el Festival–. Desconozco si él es consciente de la desconfianza que genera, pero, a mi entender, debería hacer algo al respecto. Y lo digo porque aún no ha terminado de aterrizar en el Centro Cultural Provincial y ya sobrevuelan sobre su cabeza varias cuestiones, muchas de ellas de tinte económico, respecto a su nueva ocupación. La ciudadanía quiere saber –y tiene derecho a ello– qué salario percibirá el nuevo director del Área de Cultura. Poco vale decir que su sueldo «estaría entre los 45.000 y los 95.000 euros».

¿Qué pasa, que aún no lo han fijado? ¿Quieren que nos creamos que la cosa se quedará en 45.500? En Valencia se preguntan exactamente lo mismo. Castiel cobraba del consistorio valenciano 100.000 euros por dirigir la Mostra, pero no se han precisado los emolumentos que recibirá como director artístico. ¿Seguro que aún no lo han acordado? Y la sombra sigue creciendo y creciendo... Se ha sabido que Castiel contará con Antonio Parra como asesor y coordinador de actividades. ¿A qué necesidades responde este fichaje? ¿Es por la falta de dedicación exclusiva del director del Área? ¿Cuánto cobrará Parra? La Operación Castiel debería iniciarse con una Operación Activia de transparencia. Para que la confianza ciudadana respecto a su gestión se renueve por dentro y por fuera.