Hay tanto mal olor en la ciudad que debería de estar censado, contabilizar como un vecino más y pagar sus impuestos por ocupación de la vía pública, de tracción mecánica y el IBI. El mal olor debería estar en la guía y ejercer su derecho al voto, porque siempre está presente allá donde vayamos. Es más malagueño que los malagueños, porque parece que siempre ha estado ahí y no se va de viaje. ¿Alguien sabe por qué huele tan mal la calle? A veces puede ser desesperante.

Hice una prueba un día laborable, llevado por la desesperación que me produce la falta de matices olorosos en mi paso diario por la calle. El experimento consistía en identificar malos olores entre la calle Agua y la esquina entre Méndez Núñez y Granada, unos 700 metros. El resultado fue desalentador y lo resumo de la siguiente forma: tres puntos con olor a caca de perro, dos en los que predominaba la orina de origen humano y cuatro, con el hedor de la basura como principal elemento.

Es verdad que este tipo de experimentos son limitados, pero no deja de ser indicativo que en 700 metros haya nueve zonas con mal olor. Muchas de ellas están, además, en los circuitos turísticos habituales de la ciudad, aunque eso es lo de menos. Da igual que sea en la zona más turística de Málaga, como si fuera en la calle más alejada del Centro. No se puede tolerar esta situación.

Lo cierto es que cada zona tiene sus peculiaridades. En la avenida de Andalucía, en el semáforo que hay justo tras pasar la plaza de Manuel Alcántara, hay una alcantarilla histórica. Y por ello no me refiero a que sea de la época árabe, sino porque lleva saliendo de ella un indescriptible mal olor desde hace años.

Málaga tiene un problema. Las grandes cadenas comerciales utilizan ahora mucho el llamado marketing de olor. Si entran en Zara, Adolfo Domínguez o en los hoteles NH, por poner unos ejemplos, encontrarán que tienen un perfume especial. No es casual. Todos los establecimientos olerán igual y tienen como objetivo ofrecer una estancia más agradable y que, por el simple olor, se identifique la marca.

Las panaderías y confiterías son precursoras en estos, con los extractores del aire apuntando a la calle para extender el aroma a sus productos e incitar a la compra. Esto me lleva a preguntarme algo: ¿A qué huele Málaga? Que cada uno busque su respuesta, pero adelanto que no siempre a jazmín.