El viernes se celebró en la Universidad de Málaga el acto oficial y solemne de apertura del curso académico de las universidades públicas andaluzas. Estuvo presidido por José Antonio Griñán, presidente de la Junta, que garantizó la financiación de la educación porque considera que se trata de la mejor inversión que las administraciones pueden hacer de cara al futuro. La rectora de la UMA, Adelaida de la Calle, no perdió sin embargo la oportunidad de dar un giro más a la tuerca del presupuesto, porque le preocupa la delicada situación económica actual y que ésta pueda interferir en el desarrollo de la institución académica.

Dice la rectora, y siempre lo ha defendido, no ahora porque estemos en crisis, que la educación es la llave para abrir las puertas del progreso prometedor, que la formación es básica para ser competitivos. La teoría es clarísima: el conocimiento es el instrumento más eficaz para fomentar la cultura, luchar contra la pobreza y la exclusión social. Ahora, la práctica… Supongo que no opinarán lo mismo los arquitectos que trabajan en verano sirviendo mesas en los merenderos. O los químicos que limpian las calles. O los abogados que sólo aspiran a ganar una plaza en las próximas oposiciones a lo que sea.

Como cada año, el gabinete de comunicación de la UMA facilitó el discurso de la rectora a los periodistas que acudimos a esta ceremonia de inauguración, que este año volvió a ser en el salón de actos de la Escuela de Telecomunicaciones. Leía la intervención de De la Calle antes de que ésta hiciera uso de la palabra y subrayé un párrafo que me parecía demoledor, por el acertado análisis de la situación actual, cuando el 40% de los jóvenes no encuentra trabajo, aunque lo busca. Decía textualmente así: «Si no ponemos remedio, esta va a ser la primera generación sujeta a un nuevo chantaje social: mantener ciertos derechos a cambio de renunciar a otros».

Una generación con derechos sociales de peor calidad que los de sus padres. Una generación que llega más tarde al empleo pero a la que se le exige más para acceder a menos prestaciones sociales». Inexplicablemente, a la hora de la verdad, Adelaida de la Calle lo obvió y se saltó esta parte de su discurso, realista y pegado al terreno. ¿Alguien le dijo que levantara el pie del acelerador? La presencia de Griñán le pudo hacer rebajar el tono crítico.

Estoy seguro que esos egresados de la UMA, esos que han apostado por la formación para ser competitivos y que han trabajado duro por lograr un conocimiento y un título que lo avale, pero no consiguen trabajo en lo suyo, ni siquiera un puesto de menor cualificación que al menos le sirva para ganar un sueldo, le hubieran aplaudido. Merece, creo yo, más la pena estar al lado de ellos que de quien presidía el viernes el acto.