"Torremolinos se había convertido en la capital internacional del Mediterráneo, superior a Positano, mucho más divertido que Niza y menos caro que ambas". Estas palabras aparecen en un estupendo libro que se publicó en la primavera de 1968: Iberia. Como subtítulo llevaba el de Viajes por España y reflexiones. Su autor, el norteamericano James Michener. Un escritor de éxito, sólido y respetado. Ganador del Premio Pulitzer y como aval más de 40 libros en su haber. Michener dominó las listas de los libros más vendidos del New York Times durante mucho tiempo. Entre ellos estuvo Iberia.

La aparición de Iberia, un libro lleno de pasión por España y todo lo español, señaló un momento crucial en la carrera literaria del autor. También fue aquella obra algo importante para España. Desde su publicación por Random House tuvo un éxito arrollador. Inicialmente en Estados Unidos. Y de allí al resto del mundo. Después de su aparición en la primavera de 1968, las nuevas ediciones se sucedían cada 3 o 4 meses. Apenas eran capaces de satisfacer la demanda de los lectores, deseosos de leer lo que Michener tenía que decir de un extraño y maravilloso país en los confines meridionales de Europa llamado España. En julio de 1968 el libro fue seleccionado por el Book of the Month Club.

El influyente Wall Street Journal dedicó este comentario a aquel libro que acababa de aterrizar en las librerías de Estados Unidos. Lo cito textualmente: «Es inmenso y hermoso este libro. Es incuestionable que es de lo mejor que se ha escrito sobre España». Otro importante diario norteamericano, el Houston Post, decía a su vez lo siguiente: «Este libro hará que los lectores se enamoren de España. Michener escribe con el placer del que continuamente está descubriendo los tesoros que la curiosidad va poniendo en su camino. Y sostiene el ritmo de la obra su amor por aquello de lo que se escribe».

Durante su periplo por España, Michener dejó a un lado las costas turísticas y se concentró en el paisaje humano, en las ciudades históricas y en los pueblos. Sintió curiosidad por Torremolinos, un lugar del que todo el mundo hablaba. Aunque pensó que él ya no era lo suficientemente joven para entender un lugar tan singular. Lo reconoce en Iberia. Obviamente estaba equivocado. Y se arrepintió. En 1971 Michener publicó una nueva novela. Inspirada esta vez por Torremolinos: The Drifters. Los editores españoles cambiaron el título a Hijos de Torremolinos. Quizás no fue una de las más logradas creaciones literarias de Michener. Pero sigue siendo un libro ácido y fascinante. Y no solo para los que tuvimos el privilegio de vivir en el inolvidable Torremolinos de aquellos años. No en vano Rose Macaulay en su libro Fabled Shore situaba hace medio siglo a Torremolinos y al Castillo del Inglés (el antiguo Hotel Santa Clara que nunca dejaré de evocar) en las orillas mágicas de un mar doblemente legendario.

Quizás el mejor piropo de Michener a Torremolinos lo encontramos en el capítulo octavo de The Drifters. Los personajes que se mueven por las páginas de esa novela deciden dejar Torremolinos. Ponen rumbo al Algarve portugués. En ese momento empiezan a darse cuenta que no todo en Europa era tan agradable y tan especial como Torremolinos.