José Antonio Griñán se ha puesto al frente de la tropa y dispuesto a elevar su moral. Ni nada está perdido, ni nada está ganado. Javier Arenas, el campeón de la falsa humildad, se relame con la victoria que le da la burbuja de las encuestas. Los medios informativos alineados en la derecha le dan mayoría absoluta. El día 25 de marzo, sabremos si Griñán, en su particular línea Maginot, ha conseguido detener la oleada azul que quiere inundar España y si Arenas, llevado de la marea neoliberal y ultraconservadora, se alza con la victoria que le permita acompañar a su jefe, Mariano Rajoy, en el cada día más claro desmantelamiento del estado de bienestar. Que hayan conseguido que La Roja se vista de azul (segunda equipación, no se olvide) es todo un síntoma. Habrá que ponerlo, digo yo, en el haber del ministro-elefante-en-cacharrería llamado Wert. O quizás en la cada vez más cabreada Soraya Sáenz de Santamaría, que pretende que todos los españoles comulguemos con ruedas de molino.

Alguien tendría que decirle que no merece la pena coger una úlcera de estómago porque avinagra el carácter, frunce el entrecejo, las arrugas sombrean los ojos y la comisura de los labios se convierte en un rictus desagradable. España y los españoles necesitamos una portavoz que nos brinde confianza, serenidad, sensatez y sentido común, el material altamente sensitivo con el que Rajoy quiere solucionar todos nuestros males. Y los que están por venir porque todas las burbujas se están yendo al carajo. Días de infarto nos esperan.

Y si Arenas desayuna cada mañana con recortes, y los que vendrán, José Antonio Griñán lucha por ganarse el voto de izquierdas que se le fue a los socialistas andaluces. Ninguno de los dos lo tiene fácil. El primero porque lleva camino de que sus promesas se conviertan en palabras y en nubes de humo (Merkel, manda) y el segundo porque la izquierda irredenta le exija mucho más en terrenos de igualdad, única forma de recuperar el voto. Está demostrado que con poner sobre la mesa el estado de bienestar conseguido en Andalucía no es suficiente para ganarse la confianza del voto de izquierda, que quiere mayores avances. Es sabido que la estrategia diseñada de restregar en la cara del PP los logros sociales conseguidos apenas si da más votos de los consolidados si nos atenemos a los resultados de las dos elecciones tenidas en 2011.

Ganarse la confianza del votante de izquierdas pasa por acentuar los derechos sociales y civiles y promover reformas democráticas de mayor calado, muchas de ellas de alcance nacional pero que se dejarían sentir, para bien, en nuestra comunidad. Este votante de izquierdas quiere saber qué pasará con el Patrimonio y el IVA que no paga la Iglesia (de 1.000 a 1.500 millones), cómo se luchará contra el fraude fiscal (70.000 millones que se pierden por el sumidero de la corrupción) y sobre todo qué se hará para evitar la perpetuación en el tiempo de tantas desigualdades económicas que desvelan los privilegios que todavía existen en una sociedad, dominada por los más fuertes, llámese mercados o como quieran denominarlos.

Mire usted, que el presidente del BBVA gane 11,6 millones de euros al año es para retirar, quien los tenga, todos los dineros de este banco. Pero es quien tiene sueldos astronómicos en la banca o en las cajas intervenidas o necesitadas de ayudas públicas es aún peor. Una vergüenza.

Una política claramente de izquierdas es lo que antiguos votantes del PSOE reclaman a José Antonio Griñán. Mantener el tipo con lo conseguido no es suficiente. Puede que sea la única forma de «deshinchar» la burbuja electoral del PP andaluz, tal y como ha dicho Mar Moreno.

PD.- (1) Javier Arenas, dominador de escenarios, está perdiendo chispa, reflejos y gracejo. Se inventó lo del «pardillo», en acertada expresión del consejero de Cultura, Paulo Plata, y ha perdido la oportunidad única de apuntarse un tanto pidiendo a Mister Adelson que el Gran Casino estilo Las Vegas que promueve se instale en Andalucía.

(2) Los empresarios del turismo en la Costa del Sol están de enhorabuena y saltan de alegría por las esquinas porque, al fin, Javier Arenas ha desvelado cómo se traerá la Consejería de Turismo a Málaga. Puertas abiertas para todos y cocido para todos. Ahora hace falta que les diga cuándo les bajará el IVA. Luciano Alonso, conocedor como nadie del mundo del turismo, anda perplejo, con la boca abierta y los ojos como dos lámparas. Luciano, la que te espera.