El sálvese quién pueda de la crisis es devastador, pero entre grietas asoman verdades. El sistema triunfante segregaba una supuración de embustes y teorías falsas. Entre las mentiras evidentes trocadas en verdades evidentes destaca la de que la energía nuclear es «limpia y barata», ocultando, en cuanto a limpieza, que aún no se sabe qué hacer con la basura más letal producida por la especie humana (residuos de media y alta actividad), y, en cuanto al precio, que todo se vuelve barato si le quitas partidas de coste, que son las de los residuos, la cuota de riesgo y el tratamiento post mortem de una central. Ahora, después de vendérsenos mercancía averiada tanto tiempo, alguien canta la verdad. Nada menos que el presidente de la patronal eléctrica acaba de decir esto: quien afirme que la energía nuclear es barata es que no sabe de lo que habla. Luego matizará, pero ya está dicho.