El Palacio de la Aduana debería habilitar una sala para exponer los despropósitos, las medias verdades y cambios de opinión de los partido políticos sobre el uso museístico de este edificio. Sería una colección permanente de titulares y propaganda basada en la realidad política de la Málaga de finales del siglo XX y principios del XXI. Una escuela autóctona que garabatea con la política, deforma la realidad con trazos gruesos hasta derivar en un arte de consumo fácil y masivo sin más finalidad que la de engatusar al ciudadano con bellos lienzos electorales. Ahora, la propuesta del PP de aumentar los fondos propiedad del Museo del Prado que pudieran llegar a Málaga y estudiar la posibilidad de que el nombre de la pinacoteca madrileña se utilice en el espacio expositivo que albergará el Palacio de la Aduana tiene sus opciones para figurar en esta galería de los horrores, aunque también es cierto que deberían concretar esta buena idea pues sería muy beneficiosa para Málaga.

La historia del Palacio de la Aduana, un edificio proyectado en 1788 destinado a atender el tráfico del puerto, reúne todas las características para estudiar la evolución de la política en la provincia y cómo los beneficios electorales prevalecen sobre el interés público desde que en noviembre de 1998 el Gobierno andaluz propusiera al central la permuta de la Casa de las Conchas de Salamanca por la Aduana y la Diputación de Málaga, a su vez, ofreciera su sede en enero de 2000 a la Subdelegación para que el edificio de ésta tuviera uso museístico.

Aquí arranca una historia que aún no ha terminado. Tuvo su prólogo un 31 de agosto de 1997 cuando se cierra el Museo de Bellas Artes en su sede del Palacio de Buenavista para permitir que este edificio albergara el actual Museo Picasso de Málaga. Un año antes, las piezas arqueológicas salieron de la Alcazaba camino de un almacén, en el que han permanecido durante todos estos años. Demasiados años privando a la sociedad de Málaga de dos espléndidas colecciones, según los expertos, por disputas partidistas, cambios de opiniones y problemas con las cesiones de varios edificios implicados en la operación: la Aduana, La Caleta y el convento de la Trinidad.

Descartada la posibilidad de la permuta ofrecida por la Junta de Andalucía, en abril de 1999, el entonces ministro de Educación y Cultura, Mariano Rajoy, apostó por el convento de la Trinidad como sede del Bellas Artes, opción que se confirmó un sábado 26 de febrero de 2000, vísperas de las elecciones generales, en el edificio de Estudios Portuarios. Celia Villalobos presentó junto al entonces secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, un proyecto para ubicar el Bellas Artes en el convento de la Trinidad. Incluso explicaron que la rehabilitación costaría 1.500 millones de pesetas, que el Ayuntamiento sacaría a concurso las obras, que se iniciarían en septiembre y se inauguraría en 2002. Cortés confirmó que el Ministerio de Cultura no se planteaba ubicar el museo en el Palacio de La Aduana «para no privar a los malagueños por más tiempo de su museo». Todo un vaticinio fallido.

La Aduana para Málaga. Mientras que el Gobierno de Madrid se resistía a desalojar el edificio se multiplicaron las manifestaciones y encierros bajo el lema «La Aduana para Málaga», una plataforma impulsada por más de 50 colectivos ciudadanos con el apoyo del PSOE e IU y de numerosos dirigentes del PP de Málaga como Francisco de la Torre, Joaquín Ramírez, Diego Maldonado..., que no tuvieron reparos en encabezar las protestas y presionar a Madrid para que atendiera las demandas ciudadanas. El primer cambio de rumbo se produjo al aceptar el Gobierno del Partido Popular un uso compartido de la Aduana como museo y como Subdelegación, opción que se formalizó en febrero de 2003, cuando el responsable de Administraciones Públicas, Javier Arenas, presentó el acuerdo con el Ministerio de Educación y Cultura por el que la planta baja de la Aduana tendría uso museístico y el resto del edificio seguiría como sede de la Subdelegación. Un parche electoral nunca compartido previo a las municipales de 2003.

Pero no sería hasta la llegada al poder del PSOE cuando se alcanzara un acuerdo definitivo con Administraciones Públicas para la cesión total del edificio. Pero aún quedaba encontrar un nuevo acomodo para la Subdelegación. En febrero de 2005 se hizo pública la decisión de trasladarla al edificio de La Caleta, aunque para ello fue necesario cerrar el litigio sobre la titularidad de este inmueble que mantenían el Gobierno y la Junta, algo que no ocurrió formalmente hasta mayo de 2007.

Con el horizonte ya despejado se fijó para 2012-2013 la apertura del que será el segundo museo más grande de Andalucía tras el Bellas Artes de Sevilla, al disponer de 11.861 metros cuadrados de superficie útil en una construcción de casi 15.000 metros cuadrados. La amplitud del Museo de Málaga permitirá acoger holgadamente las 15.000 piezas del Arqueológico y las 2.300 de que consta el Bellas Artes, que llevan embaladas desde 1996 y 1997, además de habilitar salas de reserva e investigación, un auditorio, una biblioteca y aulas didácticas. Todo parecía encaminado.

El Prado. Cuando no se esperaba ningún sobresalto, el Partido Popular rescató una vieja idea de negociar con el Museo del Prado la cesión de obras para dar más contenido al futuro Museo de Málaga. La publicación por La Opinión de Málaga de que Arenas barajaba esta idea adelantó el anuncio por parte del presidente del PP-A para evitar nuevas filtraciones que dinamitaran una de sus grandes apuestas para Málaga. La premura del anuncio provocó que se hiciera sin cerrar todos los frentes para presentar un proyecto serio, cerrado, ya que hasta el propio director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, aseguraba esta semana que desconocía la propuesta lanzada por Arenas.

Sin duda se trata de una buena idea pero puede que sea pasto de las llamas electorales si el PP no cierra las incógnitas de un proyecto en el que trabajan desde hace tiempo de forma directa Javier Arenas, Elías Bendodo y Francisco de la Torre con el asesoramiento del director del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, Fernando Francés. Los cuatro presentaron en una reunión en Madrid un documento de trabajo al secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, y al ministro Wert, que aceptaron el envite y dieron luz verde para un proyecto que dará un salto cualitativo a la oferta cultural de la ciudad. En el informe se establecía que la actual colección del Bellas Artes es insuficiente para ocupar todo el espacio museístico de la Aduana y se planteaban dos objetivos: aumentar los fondos propiedad del Museo del Prado que pudieran llegar a Málaga y estudiar la posibilidad de que el nombre de la pinacoteca madrileña se utilice en el espacio expositivo de Málaga.

Ahora queda que el PP confirme con hechos esta nueva apuesta por la ciudad y que antes de la cita electoral del 25 de marzo el ministro, el director del Prado de Madrid y el equipo de Arenas presenten un proyecto museístico sólido, con plazos..., para despejar todas las dudas sobre cualquier idea que se presenta durante una campaña electoral y evite el bochorno de formar parte de la exposición temporal de titulares electorales que rodea el largo proceso para que Málaga cuente por fin con su museo.