¿Por qué España no puede funcionar como Mercadona? En un año, el 2011, en el que la crisis económica ha arrasado el país, la cadena valenciana ha incrementado su beneficio neto en un 19%, ha abierto 60 nuevos supermercados y ha creado empleo. ¿Cómo? Mercadona vende sus productos impulsando la marca propia, eliminando intermediarios, reduciendo precios y potenciando los frescos. Y aquella empresa que quiera colocar su mercancía, o pasa por el aro, aceptando las condiciones, o no coloca ni un solo producto. Así de sencillo y de efectivo.

El resto del Estado funciona al revés. En aras del sostenimiento de la política económica común de una Europa franco-teutona, lo propio no vale un colín. La producción ha pasado a la cola del pelotón de limpieza. El dinero se mueve en una habitación de dos por dos con un ordenador y un teléfono. Estamos en pelotas. Nuestro campo agoniza mientras el tomate marroquí hace la salsa, las industrias cierran porque no pueden competir y ni de chapero hay curro. Sólo queda el sector servicios. Vamos camino de convertirnos en el burdel de la Unión Europea.

Mercadona aplica el proteccionismo, cierra sus fronteras y se blinda. El cliente que quiera, que entre y compre. El que no, ya sabe, que consuma paja y la pague como oro. Insisto. Proteccionismo. Aunque eso suponga retroceder, que lo supone. Pero, no me podéis negar que no es lo mismo caminar hacia atrás a voluntad a que te lleven a rastras, tirándote de los pelos mientras te sacuden con una vara. Tengo claro que la parca llama a nuestra puerta. Y como soy como soy, puesto a morir, prefiero elegir la manera de hacerlo, sin convertirme en una meretriz barata. Morir matando.

Debo ser un bicho raro. España es mi país y mi orgullo ser español. Pero, tal y como están las cosas, voy a pedir asilo político en Mercadona. Me han dicho que allí usan el sentido común. Y yo necesito una sobredosis del mismo.

Mercadona. (Tomás Salinas García. Málaga)