En algunos antiguos caminos y calzadas, de cientos y hasta miles de años, hay tramos con el pavimento levantado, y se puede relacionar su desmontaje con los muretes alzados a ambos lados, usando las mismas piedras. He visto siempre en esto un ejemplo muy claro de lo que es la regresión en la vida de los pueblos: cuando cada cual renuncia a comunicarse y opta por el refugio en su terruño miserable. Aunque se trate de dos manifestaciones del espíritu humano, que marcan, abriéndose y cerrándose, el compás de su respiración profunda, del pasado admiramos lo que nos ha traído hasta aquí, y corresponde siempre al movimiento de apertura. Si las fronteras interiores de Europa vuelven a cerrarse habremos empezado a desmontar las calzadas para levantar muros. En ese caso todos los europeos –un poco menos europeos ya– entenderán el mensaje, y, cada uno en lo suyo, se aplicará a lo mismo.