Recordó hace varios días el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, la frase de Benjamin Franklin de que la muerte y los impuestos son lo único seguro en la vida. Sin embargo, lo de la fiscalidad va por barrios, especialmente si uno cuenta con asesores profesionales que busquen fórmulas para reducir la carga tributaria. Es lo que ocurre con el Impuesto de Sociedades. Esta semana tanto la Organización Profesional de Inspectores de Hacienda (IHE) como los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) han reclamado al Gobierno de Mariano Rajoy la reforma de un tributo que, aunque cuenta con un tipo general del 30% para casi todas las mercantiles (un 25% para pymes con un límite de 300.000 euros de beneficios), está acompañado de una maraña de deducciones y bonificaciones cuya consecuencia más directa es que las grandes compañías terminan por pagar un porcentaje muy inferior al de otras más pequeñas. El tipo efectivo del tributo estaba en 2010 en el 18%, y Gestha ha puesto el caso de las 105 mayores entidades de crédito que tributan en España, que en 2008 pagaron un 16%, menos que lo que tributa un mileurista en el IRPF. El tipo efectivo de las pymes y microempresas se situaba en el 22%.

El hachazo extra de algo más de 5.000 millones de euros que Bruselas exige a España para cumplir los objetivos de déficit ha puesto sobre el tapete el debate sobre el Impuesto de Sociedades (que solo pagan las empresas con beneficios) como instrumento de recaudación y la necesidad de introducir modificaciones que impidan, por ejemplo, que una empresa no tribute por los ingresos que obtiene del exterior, como propone la IHE. Esta deducción, ideada para orientar a las empresas hacia la exportación, fomenta la deslocalización y la fuga de inversiones nacionales, uno de los males de la maltrecha economía española.

El Gobierno ha anunciado su intención de reformar el Impuesto de Sociedades para recaudar más, pero no ha explicado cómo piensa hacerlo. Expertos y organizaciones han lanzado ya varias propuestas, algunas de ellas incluso contradictorias. Gestha propone elevar el tipo nominal al 35% para empresas con bases imponibles superiores al millón de euros para elevar la presión sobre grandes compañía. Otras voces hablar de bajar los tipos generales, por ejemplo al 20%, pero eliminar de un plumazo todas las bonificaciones y deducciones. El resultado sería una mayor recaudación y un sistema más equitativo.