Se acabaron los mensajes y los más o menos originales actos de campaña. El autobús echó el freno el viernes por la noche para apear a los candidatos de la maratón hasta las urnas. Ayer, 24 horas de teórica desconexión hasta llegar hoy al momento decisivo. La suerte está echada es una de las manidas frases que algunos candidatos pronunciarán tal vez cuando cuelen su voto en la urna. Como si de un juego de azar se tratase. Aunque, realmente, las elecciones sí que pueden tener una parte lúdica, por ejemplo para quienes se apuntan a la tradición británica jugando unos euros en las casas de apuestas, sobre todo por internet. Una moda que ya lleva varias campañas instalada en España y que permite elegir entre una amplia variedad de apuestas sobre los candidatos al margen del básico quién ganará. Un interrogante que esta vez no es nada fácil de acertar, por cierto. Pero las apuestas cada vez van más allá de los parámetros puramente electorales. Así, si los británicos apostaban en sus últimas generales sobre si la mujer de Gordon Brown le dejaría en caso de perder los comicios, aquí los andaluces hemos tenido la oportunidad de opinar sobre si Arenas bailará una rumba esta noche en caso de resultar vencedor. No basta con que salte en el balcón de la sede o el hotel de turno. Quien quiera ganar dinero de verdad debe jugárselo todo y apostar por que el candidato popular rematará la euforia rumbeando. Igualmente, hasta hace unas horas podía apostarse por si el PP repartiría rebujito para el triunfo o si Rajoy acudiría a celebrar la victoria. Incluso, más en serio y a muy largo plazo, los apostantes de William Hill, la mayor casa de apuestas de Gran Bretaña, podían votar por la posibilidad de que el PP gobierne Andalucía tres décadas seguidas, una opción con la que se recupera nada más y nada menos que 26 veces lo apostado.

Un juego frívolo en un momento decisivo para Andalucía, de acuerdo. Pero también una manera de entretener una jornada que se prevé de infarto por todas las circunstancias que confluyen en estos comicios. Y es que no sólo se trata de que por primera vez el juego electoral esté reñido en esta tierra. De hecho, esto puede interpretarse como una simple consecuencia de la inédita situación que se vive en la región. Los andaluces, especialmente golpeados por la crisis económica, con un millón largo de parados y empresas echando el cierre una detrás de otra, buscan desesperadamente una salida. Tal vez la misma que ya ha llevado a casi todo el territorio nacional a apostar por el azul pepero. No hay análisis sosegado ni decisión reposada. Sólo una imperiosa necesidad de sentir que algo sí está en nuestras manos. El poder de cambiar a un gobierno por otro al que pudiera irle mejor en el manejo de la nave. No existen garantías de nada e incluso hay ya un nuevo Ejecutivo en Madrid desde hace meses cuya trayectoria deja por el momento muchas apreturas y escasos resultados. Pero aún así el mantra del cambio parece tener todas las posibilidades de triunfar esta noche. Y habrá quien incluso gane unos eurillos si ha apostado al caballo ganador. Otra cosa diferente es que el vencedor en las urnas, sea quien sea, logre que los que ganemos de verdad seamos todos los andaluces, hayamos apostado por la opción que sea. Probablemente, más allá de los candidatos, cada ciudadano que acuda hoy a votar lo hará con su propia apuesta y petición personal en función de su situación. Y lo más seguro es que las peticiones sean casi idénticas se vote a uno o a otro. Empleo, bienestar social y confianza en el futuro, por ejemplo.