Ya es oficial: Juan Carlos López Caballero, hasta ahora delegado de la Fiscalía Anticorrupción en Málaga, será el nuevo fiscal jefe de la provincia después de que se impusiera en la votación del Consejo Fiscal y fuera ratificado por el nuevo fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce. El utrerano (1956) sumó los apoyos de consejeros de las dos tendencias: conservadores y progresistas, lo que da la idea, en palabras de un compañero cercano, «del respeto profesional que levanta López Caballero» entre sus colegas de todo el país.

Se ha impuesto a otros cinco compañeros igualmente respetados en la carrera fiscal, pero López Caballero, un fiscal con mando en plaza, tiene ante sí ahora un durísimo trabajo casi tan complejo como sus aportaciones anteriores a la sociedad y a la democracia: se pone al frente de la cuarta fiscalía de España en número de efectivos y probablemente la tercera en importancia tras Madrid y Barcelona. En Málaga, y de eso él sabe mucho, se han investigado en los últimos años los casos más complejos y difíciles, especialmente en el ámbito de la corrupción administrativa y el crimen organizado, y uno de sus retos será que sus acusadores puedan competir con solvencia con la tecnología y preparación de esas mafias que tienen dinero a manos llenas para hacer desaparecer sus propiedades.

Mantener el trabajo iniciado por Antonio Morales y Manuel Villén, sus antecesores en el cargo, será solo otro de sus retos: éstos, principalmente, ahondaron en el camino de la especialización en la persecución de actividades delictivas y en la descentralización de la Fiscalía.

Tal vez, cuando la instrucción se acerca cada vez más a la oficina de los fiscales, sea la hora de López Caballero, que siempre ha defendido la necesidad de mejorar las técnicas de investigación y la idea de que no se pueden esquivar innovaciones penológicas como el premio al delator en la persecución de las mafias organizadas o en las grandes tramas de corrupción.

Un cuerpo de policía judicial adscrito a la Fiscalía, el auxilio constante de expertos en blanqueo insertos en la jerarquía del ministerio público, más funcionarios y una norma penal más clara son algunos de los deseos de los fiscales y de los nichos en los que la carrera aún debe trabajar para perfeccionar su eficacia en la persecución de los ilícitos.

La incógnita es cómo compatibilizará el caso Malaya con su nuevo cargo. Y hay una interrogante secundaria: ¿quién sustituirá a Juan Carlos López Caballero en Anticorrupción? Eso está por ver. Ahora, el trabajo que tiene por delante es mucho y necesitará la ayuda de todos sus colegas.