Griñán ha dicho no. Y por qué no. Arenas, que ha recibido en las elecciones andaluzas del 25M la derrota más amarga de todas sus victorias, le ha planteado a Griñán, el no vencedor que ha vencido, la posibilidad de pactar una especie de gobierno de concentración de sur a sur, pero de derecha a izquierda, claro, o de centro derecha a centro izquierda, por afinar las posiciones en el campo de juego.

Sólo en Málaga hay 22.100 jóvenes con menos de 25 años que llevan más de un año inscritos en el INEM. Andalucía continúa en el vagón de cola en el peor momento económico del país. El déficit estatal se ha disparatado, llegando casi al 2% el mes pasado. Italia nos gana por abajo en la prima de riesgo, lo que nos coloca en la diana de los mercados como el nuevo farolillo rojo al que lanzar el dardo envenenado. Va a subir la luz de manera oscura por no haber resuelto en su momento el llamado déficit tarifario (o eso nos cuentan), los nuevos presupuestos ya apuntan a recortes esperados en el gasto público que, obviamente, desactivarán aún más la maltrecha economía española. Subirá el paro, aunque pasemos de los cinco millones, la cifra a la que lo repasado en las hemerotecas decían que no íbamos a llegar nunca…

Con todo, por tanto, por qué no un gobierno de todos a una.

La ingenuidad del sentido común no sobrecargado con la hipoteca de los viejos ideales –ideales que quien esto escribe suscribe, pero que están por resetear para encontrar su versión adecuada a estos tiempos de capitales globalizados–, puede no entender la negativa. El ciudadano virgen de partidismos por encima de todo, demócrata en sentido moderno o en sentido práctico, quizá no vea momento más justificado que éste y tierra más necesitada que ésta para justificar el entendimiento de los dos grandes partidos que pivotan la alternancia democrática. Por qué no, pueden haber pensado en su ingenuidad pragmática.

Y por qué no les dijeron esta vez a los encuestadores los andaluces que votaron finalmente al PSOE, que iban a votar al PSOE. Me refiero a ese «voto oculto» que, al parecer, torció los resultados de todos los sondeos excepto el realizado a pie de urna por el instituto Ipsos para Canal Sur, aunque incluso éste presentaba un arqueo al alza del PP que partía casi más arriba que esos 50 escaños tan «bajos» que al final obtuvieron los populares. Por qué no.

O por qué no han obtenido representación partidos vistos con simpatía por más personas que las pocas que les han votado, como Equo y UPyD. Se podría explicar la espalda al PA por la memoria reciente de su atomización personalista y por los actos de alguno de sus exdirigentes. Sin embargo, los discursos distintos pero francos de Equo y UPyD, por qué en el momento presuntamente más propicio para cambiarlo todo no han servido para cambiar nada… Si sabemos las respuestas, quizá podríamos ir cambiándolas.