Los sindicatos necesitaban hacer la huelga. Muchos de quienes la creíamos justificada, sin embargo, no terminábamos de creer responsablemente en su éxito ni en sus efectos de imagen en el entorno europeo, nuestra espada de Damocles. Tampoco dejamos de ser críticos con unos sindicatos convocantes que ahora andan revolucionados, pero al ralentí durante los últimos dos años del gobierno anterior. En ese periodo se alcanzaron los cinco millones de parados y se acumuló un déficit insostenible con medidas, unas populistas y otras no, que no han generado competitividad ni continuidad alguna. La triste paradoja, en todo caso, es que ocurriera lo que ocurriera este jueves pasado de huelga general, el día siguiente era, sí o sí, viernes de Dolores…

Hoy no, mañana

El PSOE ha terminado por apoyar una huelga con la queja de que la recién aprobada reforma laboral deja el mercado de trabajo con barra libre para el despido. Lo que es cierto. Y, lo que es peor, en un panorama desolador de colas en el INEM que deja sin arma alguna al trabajador exigente ya que tras él miles anhelan al menos sus injustas condiciones laborales. Pero el PSOE ha olvidado el jueves, y durante esta pasada campaña electoral, que no era la oposición hace sólo tres meses, sino que gobernaba en España y, como siempre, en Andalucía. Por tanto, es fácil que a uno se le pase por la cabeza que el PP jamás se hubiera atrevido a dar este paso en la neoliberalización del mercado laboral si antes el gobierno socialista no hubiera dado el paso de gigante abriendo camino ¡desde la izquierda!, dejando el país del trabajo sin barreras que derribar para asaltarlo de nuevo ahora.

¡Al suelo con él!

Lo que no derriba el PSOE, aunque gobierne Andalucía desde hace treinta años, y en Andalucía está en la playa de Carboneras, en el parque natural Cabo de Gata-Níjar, es la estructura del hotel El Algarrobico, que en la línea de costa almeriense se ve como un manchurrón obsceno en una foto de Google Earth hecha desde el espacio por satélite. Ahora parece que toca pasarle la patata caliente al Ministerio, a pesar de que por fin el Tribunal Supremo ha sentenciado que la mayor parte del mamotreto es definitivamente ilegal y ha de derribarse. De la misma manera que nunca aprobaron una ley de Transparencia, o nunca mencionaron en un decreto ley la dación en pago, o nunca limitaron los sueldazos de los ejecutivos de las entidades financieras que, como los bancos en general, eran regadas con dinero público. Un dinero público al mínimo interés, para que compren los bonos de deuda que el Estado emite, con los que los bancos luego obtienen cinco veces más de lo que les costó el dinero inicial con que los compraron.

Santa responsabilidad

No hay posibilidad de que PSOE y PP en Andalucía compartan la cruz de un gobierno conjunto como cuestión de Estado. Poca gente está dispuesta a aceptarlo y tampoco los verdaderos perdedores que han ganado sin discusión: PSOE e IU. Podrían aprovechar la necesidad de Arenas de amortiguar con esa responsabilidad su última derrota victoriosa. Pero no, así que la papeleta la tiene ahora IU, que ha obtenido esos doce escaños que ya no son residuales, sino una responsabilidad inmensa. Cómo no volver a ser la muleta del PSOE, como lo fue el malogrado PA, satisfecho con su plato de lentejas consejeras, ahora que de nuevo el PSOE necesita de esos escaños para gobernar como siempre pero, sin embargo, como nunca.

Izquierda ungida

Me atrevo a pensar por las conversaciones mantenidas en uno y otro lado, y sin más valor real que el de mi humilde opinión, que una parte de los antes votantes del PSOE que han ido a votar -muchos no lo han hecho, y del PP tampoco, ahí está el verdadero problema de las elecciones, y más en Málaga-, han votado a IU para que tiren del PSOE hacia la izquierda y desnuden de una vez por todas sus contradicciones y provoquen una limpia urgente y necesaria. Pero otra parte de los votantes de siempre de IU hace tiempo que miran al PSOE como un adversario sin matices, con pocas diferencias para colmo en la práctica con el PP. Por tanto, con un brazo tirando de Valderas y con el otro de Sánchez Gordillo, la coalición de izquierdas tiene una papeleta difícil que, sin embargo, de jugarla con éxito, quizá la volvería a posicionar en Andalucía como una opción que juegue en la primera división de la liga de política regional. Y más si, toda vez que Griñán ha prometido al fin una comisión de investigación parlamentaria en el grave asunto de los ERE fraudulentos, de ella salen responsabilidades en los niveles más altos de la administración andaluza.

Porcentajes con pasión

Respecto a las cifras de la huelga, se han vuelto a mover entre el apasionamiento habitual de los convocantes, que ya no sólo se juegan el éxito de la convocatoria sino su propio éxito como organizaciones sindicales actuales, y la clara impavidez del Gobierno, que ha preferido poner al Ministerio del Interior como portavoz de lo ocurrido en vez de al de Trabajo. Todo un pulso, por otra parte esperado. Para la ciudadanía no militante que lee periódicos o mira los informativos, las cifras ya importan poco. El colmo del descrédito llegó a su cima cuando en la huelga del 20 de junio de 2002 los sindicatos dieron una cifra de seguimiento del 84% y el Gobierno la cifró en el 17%. Ésa es mi cruz… Porque hoy es sábado...