Quién no ha pensado alguna vez cómo sería un mundo dominado por las máquinas y cuál sería el papel del ser humano en ese escenario que, por ahora, sigue siendo irreal pese a que cada vez queda menos para que lleguemos a él. Sin embargo, para un funcionario de la Ciudad de la Justicia de Málaga es tal vez imposible imaginarse ese futuro dorado protagonizado por la tecnología, esa gran desconocida. Es como en el chiste de ese caddie al que le anuncian que tendrá que asistir a un experto mundial en golf y que incluso ha escrito tratados sobre el juego. Al comprobar cuán malo es su supuesto jefe, le pregunta abiertamente cómo se llama el manual que sobre ese deporte concibió, a lo que éste contesta: «El golf y la madre que lo parió». Pues eso.

El día 27 se cayó el servidor de la Ciudad de la Justicia que da cobertura a todos los ordenadores del edificio. A los dos días, comenzaron a funcionar algunas terminales, pero lo que no arrancaba ni por asomo era el sistema Adriano, vital porque fija el estado de la tramitación de un determinado procedimiento y guarda los hitos procesales básicos. Hubo quien tuvo que hacer comparecencias a mano o escribir en Word una providencia que luego habrá de incorporar al programita; el juzgado de guardia se colapsó, según algunos testigos presenciales, porque no podían imprimir. Y más de uno se acordó de la madre de la técnica o de la ciencia. Y de Charlot en Tiempos modernos, esa increíble película que habla de la difícil relación entre máquina y humano.

Se dijo que una pieza de Alemania debía permitir el arreglo del servidor. Y más de una se preguntó si en el país teutón, además de los recortes, conocen Seur o algo que se le parezca. Y por qué no había una piececita similar. Los sindicatos se han apresurado a señalar a la Junta de Andalucía, que dice que el problema está en vías de solución. Sea como fuere, el daño ya está hecho: a la imagen de este servicio público; al ciudadano, que verá retrasados, aún más, sus procesos; y a los propios funcionarios que estos días vagaban desesperados por los pasillos de la Ciudad de la Justicia sin poder trabajar con un mínimo de apoyo tecnológico en el siglo de las revoluciones telemáticas. Si hasta Julián Muñoz dijo que se comunicaba desde la cárcel con Isabel Pantoja usando medios «telemáticos» a lo McLuhan.

Esto requiere ya de una solución urgente, abandonando de una vez las tiritas sempiternas que tienen que soportar los juzgados. Un plan de introducción de las nuevas tecnologías en los órganos es ineludible de forma inmediata, pese a que los recortes lo impidan. O se arregla esto ya o la tecnología seguirá siendo esa gran desconocida.