El sábado, al final de la mañana, al ver al peluquero barrer pelo como un grumete que baldea la cubierta y al tiempo que cantaba «Please release me» compitiendo entusiasmado con la grabación que emitía la radio comprendí que, contra mis principios, este año debía afrontar dos deberes ineludibles: aprender a decir Engelbert Humperdinck y, más difícil, seguir el festival de Eurovisión. El veterano «crooner», 75 años, compite en el viejo festival (57 ediciones) en representación de Reino Unido.

A los que le conocen, nada hay que explicarles. Un crucero perfecto incluiría una gala suya en la que cantara «Spanish eyes» con smoking y pajarita y –dado que su presencia evoca el cine de catástrofes de los años setenta pese a no tener nada que ver con él– sobrevivir al naufragio. Engelbert Humperdinck, oírle «Love is a Many Splendored Thing», un paseo en góndola por los canales artificiales de The Venetian de Las Vegas y después morir.

A los que no saben de quién se trata, se les recomienda un garbeo por Youtube donde está su trayectoria televisiva desde los años sesenta hasta la actualidad, con todas las puestas al día en vestuario y peinados (del flequillo a la media melena, del penacho cardado a la patillazas) que acompañaron su afinado trueno varonil vencedor de orquestas multitudinarias y de ingentes coros femeninos.

Canciones interpretadas con fuelle pero sin esfuerzo aparente, con mirada soñadora, un «to you» que acaba en esbozo de sonrisa, cabeceos interesantes y apoyo gestual en una mano ilusionista que interpreta la estrofa o subraya las notas. A los que no saben de quién se trata y tienen poco tiempo para hacerse una idea basta que tecleen en Youtube «Please release me 1985» y vean el clip completo. Engelbert Humperdinck, Engelbert Humperdinck, acabaré aprendiendo a decirlo.