Dicen que hablar de dinero está feo. Pero todo, o casi todo, se resume en «definitivas cuentas» a una sola cosa: dinero, dinero y más dinero. Hasta para hacer una gran obra social se requiere de éste. Codiciado, deseado y ansiado, es el que empuja incluso a realizar atrocidades. Dicen de él que es el causante del gran mal que atraviesa la sociedad actual: la crisis. Quizás no sea el dinero el problema sino lo que hemos hecho de él. Es una reflexión simplista, pero clara visión de la realidad que nos ha tocado vivir.

Lo de que el dinero no da la felicidad es una frase que se construyó para consolar a los pobres. ¿Si a alguien le dieran la opción de ser rico o pobre eligiría pobre? Tampoco es posible determinar la familia en la que nacemos. Todo el mundo querría entonces ser hijo de Amancio Ortega, fundador del imperio Inditex.

Hay personas que si tuvieran mucho dinero harían un gran bien con él, arreglarían algún que otro desperfecto y no pocas injusticias, protegerían a los buenos, ayudarían a los débiles y ofrecerían paz y seguridad a los más necesitados. Hay gente que tiene dinero porque se lo ha ganado y otra a la que le ha venido como caído del cargo, digo del cielo.

La clase política ha malgastado dinero históricamente a mansalva alcanzando los niveles de la indecencia. Legal, claro legal, pero inmoral. Comidas, publicidad, dietas, gasolinas, aviones, hospedajes, olvidando que no es suyo. Probablemente no hubiesen elegido ese hotel o ese restaurante si tuvieran que pagarlos de su bolsillo. Ahora esos comportamientos que se aceptaban con disconformidad son ya inadmisibles ante esta crisis económica.

Mariano Rajoy ha dado a conocer sus cuentas para 2012 camufladas en plena Semana Santa, cuando la población está distraída y relajada. Este dinero no es suyo, pero es él el elegido para administrarlo y distribuirlo. La partida para Málaga, por mucho que se esfuercen en asegurar lo contrario, es pobre y deja en el tintero y en el olvido grandes proyectos que necesita la ciudad y la provincia.

Es cierto que en la pasada campaña electoral de las elecciones generales, el Partido Popular, en este caso su cabeza de lista por Málaga, Celia Villalobos, fue cauta en sus promesas, frente a otras épocas en las que se prometían incluso puentes y conexiones sobre el mar, pero también es verdad que ahora las inversiones no dan ni para pipas. No hay dinero, hay mucho que recortar, de acuerdo, pero paremos lo menos posible el progreso y el bienestar de todos. Que tampoco pasa nada por comer un bocata de salchichón de vez en cuando y coger el autobús de línea.