Tras Canetti se ha escrito poco sobre las formas de organizarse las masas de cuerpos. Tal vez se deba a una idea totémica del individuo: nos aterra verle perdiendo individualidad. Pero el individuo sólo tiene sentido en la masa humana, y una de las formas altas de organizarse ésta es la procesión, un claro ejemplo de masa-en-rito. Hay en ella una voluntad de ocupar la calle, pero, como en todo desfile, en modo de orden, de jerarquía, de sistema. En la procesión hay un compás, un ritmo, un tiempo pautado, y también una historia, o un fragmento de ella, la que cuentan los pasos. Ahora bien, como en cualquier espectáculo total, son decisivos los actores, que han de mantener una tensión interna, un rictus, una actitud. El desmadejamiento e indolencia de los procesionantes, en muchos de los desfiles de estos días, es una tragedia morfológica. Quizás les sobre fe, y den todo por hecho.