Acaba de decir Sarkozy que España está de rodillas, y no por las penitencias del Viernes Santo. Peor que de rodillas ha caído ese jubilado griego de 78 años tras pegarse un tiro frente al parlamento heleno. No consuela, pero conviene recordar frente a quienes nos atemorizan de oficio que por mucho que caigamos nunca pasaremos del suelo, ni si caemos muertos por no poder soportar estar enfermo, empobrecido y sin ilusión para seguir con esto de estar vivo. Como le pasaba a este jubilado de un país que se despertó en la pesadilla de ser Grecia en un mundo globalizado que no sólo desprecia su historia cultural, sino que hallaría rentabilidad en convertir el Partenón en un casino o en una discoteca trance…

Pero no. No tienen brida los políticos en campaña. Sarkozy no repara en que le salpique de merengue, se acabó la nata, la prima de riesgo española, otra vez por encima de los 400 puntos básicos y tan cercana a sus fronteras, a tiro de piedra de Pirineo. Decir que si en Francia votan a los socialistas el país terminará de rodillas como ahora está España, encierra el mismo peligro que el de Rajoy asumiendo que los presupuestos que su gobierno ha presentado no le gustan. Menuda inyección de esperanza. Confundir la verdad que nunca dicen ya los políticos por defecto con el mal menor como panacea de responsabilidad de gobierno no nos va a ayudar a salir de ésta. Toda Semana Santa termina en Resurreción, por muy larga que sea, incluso aunque dure años, pero para que esto ocurra, tras días o años de pasión y calvario, debería llegar la antesala de la recuperación algún Sábado de Gloria. Nos engañaron con los brotes verdes, por mentirosos o por incapaces, tanto da, y creímos que el sábado de gloria, previo a la resurrección, había llegado. Pero no.

Como Pilatos. Aunque una cosa es que nos digan «pero aún no», y otra que nos digan sólo «pero no», sin «aún», como si a esto no le viera nadie el fondo. Ya no escuchamos ni un piadoso o un frívolo «todavía», ni nadie ya habla de brote verde alguno. Además, el hecho de que nos mientan una y otra vez no ha multiplicado los fieles que votan a quienes mienten, sólo ha agrandado la abstención e incluso ha invertido el sentido del voto como respuesta. Algo de eso ha ocurrido en los resultados de las elecciones andaluzas. Ni hay ya dinero público para comprar un suelo de votantes que sea suficiente para mantener tanto culo en tanto sillón. Ni con los ERE falsos ni regalando suelo a millonarios americanos para que abran una sucursal cutre y sin ley de Las Vegas en Madrid o Cataluña y volver a vender pisos. Estamos que lo tiramos, dispuestos a lavarnos las manos como Pilatos, el mismo que aún se procesiona sobre algún trono de Málaga, ante los defraudadores rogándoles que laven su indecoroso dinero negro con olor a Caimán a cambio de un mísero 10% para el fisco. Hay que hacer caja como sea, algo inapelable. Aún a costa de castigar e insultar de hecho a quienes no pueden defraudar ni defraudan, a pesar de tener un sueldo pelado y mondado, como peladas y mondadas se venden las almendras saladas en las calles de Málaga.

golpes de pecho

Golpes de pecho. La confrontación habitual, como si no pasara nada extraordinario que justificara la mesura ni estuviésemos de rodillas ante los mercados, ha llenado los periódicos de golpes de pecho de la oposición ante tan penosa medida. Sin embargo, rescatar de las hemerotecas que en 1984 y en 1991 ya hubo otras amnistías fiscales vergonzosamente similares, ambas con gobiernos socialistas, nos obliga a despreciar otra vez la demagogia. Así que sentirnos solos es lo que toca. Y tragar con el mal menor, en este caso. Toca llevar la cruz de los préstamos, que nadie nos advirtió donde nos los daban de que eran inapropiados para nuestras rentas. Toca evitar la desesperación y rezar para que la Pasión no sea más larga de lo que podamos soportar.

Más de 100 días. Porque a Rajoy también se le acaba el crédito. Quien esto firma sí ha esperado al menos más de cien días de gobierno para escribirlo, tras haber destacado la falta de credibilidad de un PSOE que no había hecho lo que decía que iba a hacer durante la campaña electoral cuando tan sólo días antes estaba en el Gobierno. Habiendo gobernado con desacierto y como un calco en muchas cosas de lo que el lenguaje electorero y anacrónico llama «la derecha». Pero Rajoy ya ha dinamitado su propia hemeroteca. No es tolerable que también haya creído que para ganar las elecciones generales no se nos podía decir la verdad de lo que quizá no había más remedio que hacer cuando gobernase, o que haya retrasado la presentación de unos presupuestos recesivos para ganar las elecciones andaluzas que al final tampoco ha ganado el PP en su mejor momento, en gran parte por errores propios.

Toca levantarnos. Toca buscar la ilusión, por tanto, en el recuerdo de quienes nos llevaron de la mano por la Semana Santa, sin soltarnos para que no sufriéramos ni nos diéramos cuenta de que, mientras nos agarraban con amor, llevaban una cruz en su hombro, aún invisible ante nuestros ojos infantiles. Toca buscar la ilusión en quienes amamos y protegemos, y que no noten que nos pesa la cruz que ahora llevamos nosotros. Que no nos vean caer de rodillas. Y si caemos, que nos vean levantarnos siempre, como si sólo hubiera sido un tropiezo. Que tampoco es mejor morir de pie… Porque mañana es Sábado de Gloria.