Cuando terminó la decimocuarta edición, la del año pasado, no muchos daban un solo céntimo de euro por la continuidad de Carmelo Romero al frente del Festival de Málaga. No sólo porque se zanjó una de las peores temporadas del certamen sino, sobre todo, porque se avecinaba crisis, movimientos que terminaron con los despidos de medio organigrama de la cita –como así fue–. Pero Romero renovó con el Ayuntamiento de Málaga y eso se nota en el Festival que se estrenará la semana que viene.

Por lo pronto, después de la cuasihecatombe del 2011, este año hay nombres de peso en la Sección Oficial, como Imanol Uribe, Patricia Ferreira y Daniel Burman. Ya es un paso adelante, desde luego, porque muchos nos hemos preguntado bastantes veces cómo un festival tan veterano y necesario como el de Málaga jamás ha tenido peso específico y real en los despachos de las productoras ni en los corrillos donde se negocian los lanzamientos de las películas.

Vivimos días culturales de políticos-hormigas –antes ensalzaban como triunfo aumentar los presupuestos de sus iniciativas; hoy, justamente lo contrario–. Si hasta se celebró una rueda de prensa monográfica sobre los recortes del certamen... Quizás fuera la venda antes que la herida, porque ya se sabe que criticar duramente una película hecha con dos euros está mucho peor visto que hacer lo propio con una superproducción millonaria, aunque ambas sean de la misma ínfima calidad. Nosotros aquí seguiremos haciéndolo, cueste el Festival cuatro millones o dos. Porque nos gusta el cine y nos gusta Málaga. Por eso exigimos tanto.

Y llevamos muchos años haciéndolo. De hecho, recuerdo que tras la presentación de, si mi memoria no me falla, el sexto Festival de Málaga, durante la etapa en la que lo capitaneaba Salomón Castiel, titulé una entrevista con éste con la frase: «La proyección del Festival a la ciudad sigue siendo la asignatura pendiente». Pues sí, lo sigue siendo –miren la página anterior–. Y parece complicado que si en época de bonanza económica no se lograra, se consiga ahora. Aunque, claro, estos días a la clase política le encanta decir eso de «hacer más con menos» y «toca aguzar el ingenio», como si antes no lo hubieran empleado jamás. En fin, se presenta la mar de interesante este decimoquinto Festival de Málaga.