Bernat Pellisa, alcalde de Rasquera, dijo que si el 75% de los votantes de su pueblo no se manifestaba a favor de la plantación de marihuana, dimitiría. Es lo que dijo, pero no es lo que quiso decir, porque ha relegado el cumplimiento de su promesa a un futuro indeterminado. También Rajoy aseguró que no haría nada de lo que está llevando a cabo, de donde cabe deducir que entre lo que dijo y lo que quería decir no existe concordancia alguna. Podríamos despachar el asunto rápidamente afirmando que mintieron como bellacos, pero la mentira, para mantener su sustancia, debe poseer algún grado de excepcionalidad. En un mundo en el que nadie dice la verdad, la verdad deviene inevitablemente en mentira. De modo que ahora mismo, si un ministro jura dejar el sillón de no alcanzar ciertos objetivos y lo deja, nos habrá engañado como a chinos, pues lo normal es hacer lo contrario de lo que se promete.

Si a lo señalado en las líneas anteriores le añadimos el problema de las medias verdades, o las medias mentiras, o las ambigüedades calculadas, resulta que la comunicación entre los gobernantes y los gobernados se transforma en una suerte de Torre de Babel en donde a quien pide ladrillos se le da cemento y a quien solicita una pala se le entrega un pico. La confusión de lenguas sin necesidad de cambiar de idioma.

–Que digo yo que tendríamos que llevar al niño al pediatra, por lo de las lombrices.

–Pero si llueve habrá que cubrir con un plástico las mesas.

Quiere decirse que si la actitud de los políticos se trasladara la vida cotidiana de los contribuyentes, la existencia diaria devendría en un infierno. Pedirías un café con leche y te servirían, no sé, una copa de chinchón. O entrarías en el quirófano para quitarte una verruga y te amputarían una pierna. Nos destruiríamos enseguida como sociedad y como individuos. La destrucción, en cierto modo, ha comenzado ya, pues ves a Luis de Guindos por la tele y ya sabes que va a decir algo sin pies ni cabeza, que la realidad, cuando no un compañero de su propio partido, desmentirá enseguida. Quien dice Luis de Guindos, dice Esperanza Aguirre o el mismo Rajoy. No sé si me explico.