De la crisis es culpable la codicia, y, aunque estaba muy repartida en el periodo de auge, el mayor volumen de culpa lo tiene el gran dinero (la gran codicia), en particular el gran dinero a secas (no confundir con el gran empresario). Pero el que tiene manda, y los que tienen el gran dinero se las arreglan para que otros carguen con la crisis. Entonces hay que convertir a esos otros en culpables, para que la ecuación castigo=culpa cuadre. Por eso se castiga y se culpa a los sindicatos, y, en España, a las autonomías: a los primeros por resistirse a que adelgace la parte de los trabajadores, y a las segundas porque hoy gestionan los servicios públicos, otro cuerpo a adelgazar. En cambio el gran-dinero-a-secas evita la cura de adelgazamiento, y ni siquiera se aprueba el impuesto sobre las transacciones financieras. Este es el esquema básico, y el resto letrilla para consumo de incautos.