Estaba cantado: el perdón para los grandes delitos tenía que compensarse con una reforma del código penal que persiguiera a los autores de los pequeños, cuando no a los simples inocentes. Significa que de llevarse a cabo lo que el ministro del Interior anda proclamando en sus encuentros con la prensa, usted podrá ser acusado de colaboración con banda armada si tropieza con un coche de la policía en una manifestación. Y si usted está sentado en la terraza de una cafetería, tomándose el gin tonic de media tarde, y pasa por allí un grupo de alborotadores sin que usted se dé de inmediato a la fuga, usted podrá ser acusado de resistencia pasiva, por no moverse. Claro que si huye lo tiene crudo también, por el mero hecho de huir: algo habrá hecho. No se prohibirán las manifestaciones a condición, claro, de que no haya manifestaciones.

El proyecto de ley, o lo que sea, está siendo muy discutido desde el punto de vista formal en ámbitos jurídicos. Se dice que sí, que no y que todo lo contrario, como si se tratara de una cuestión meramente técnica, sin connotaciones ideológicas aparentes. Pero el proyecto está cargado de ideas dirigidas a la delincuencia grande, que quizá estaba intranquila. No se apure usted, señor defraudador, puede que su dinero negro proceda de actividades ilegales, puede también que usted haya contribuido, con el robo continuado a la Hacienda pública, a llevarnos a la situación de desastre en la que nos hallamos, puede que usted, de ser juzgado, mereciera 20 años de cárcel. Pero nosotros se lo perdonamos todo. No solo no irá a la cárcel, es que ni siquiera pagará por lo defraudado, por lo robado, por lo desvalijado a las arcas públicas, más que una pequeña cantidad de lo que habría tenido que abonar de declararlo en su día, como la gente honrada.

–¿Y qué harán para disimular? –pregunta, lógicamente, el traficante de armas.

Llenaremos las cárceles con chavales de 18 o 19 años que convoquen manifestaciones o que acudan a ellas. Bastará que uno de estos chicos se agarre a una farola para ser acusado de atentado grave contra la autoridad. Le pueden caer dos años, seis, qué más da destrozar estas vidas cuando estamos poniendo a salvo la de ustedes.