La última conferencia de presidentes del Club Málaga Valley nos ha dejado un interesante saldo positivo: más de 200 empresas y profesionales participantes, estrechamente vinculados a las nuevas tecnologías y al transporte aéreo. Ha sido la cita más numerosa, quizás la más atractiva por el nivel de los asistentes, el fructífero debate, y por algunas de sus conclusiones.

Según explicaron Antonio Vázquez, presidente de Iberia; Luis Maroto, de Amadeus y Josep Piqué, de Vueling, la aeronáutica ha evolucionado profundamente en los últimos años pero queda una larga pista de despegue para las innovaciones que aún están por llegar: Convertir el viaje en una experiencia integral, donde la soberanía del usuario es cada vez mayor junto con su nivel de exigencia. La calidad del servicio, la diferenciación entre compañías, la fidelización del cliente-demasiado anónimo hoy en día para las aerolíneas-, demandan una pequeña pero irreversible revolución que ya se inició cuando irrumpieron las compañías low cost para quedarse definitivamente en el mercado. Los smartphones serán piezas indispensables para el engranaje que aún falta. Los móviles de última generación están siendo ya verdaderas pasarelas de reserva, checking y pago en las que las empresas locales pueden ocupar su espacio. Básicamente, desarrollando web compatibles que guarden toda la información necesaria, creando aplicaciones móviles cada vez más universales.

A pesar de la compleja situación socioeconómica y de la agotadora crisis, estoy convencido de que nos adentramos en tierra de oportunidades. El sector aeronáutico precisará de verdaderos y competitivos «procesadores», como definió Antonio Gómez Guillamón, vicepresidente local de Málaga Valley y fundador de Aertec. Y esos «procesadores» a modo de estaciones base, no son otros que los aeropuertos que pretendan asumir desde ya su liderazgo.

En este sentido, Málaga puede y debe jugar un papel trascendental para su futuro. Su localización estratégica, climatología, nuestra oferta turística, cultural y de ocio, su tradicional dinamismo empresarial, el progreso de sus infraestructuras y su Universidad, la convierten en enclave de primer orden para la atracción y captación de inversiones. Pero si hay algo que contribuye y destaca hoy como motor de desarrollo es, sin duda, nuestro aeropuerto. Este es uno de los principales dinamizadores de la economía regional, que permite que estemos en la actualidad conectados con más de 20 ciudades españolas, más de 100 europeas y un destacado número de destinos del Norte de África, Oriente Medio y Norteamérica. Del aeropuerto Málaga-Costa del Sol dependerá a finales de este año, el 31 por ciento del Valor Añadido Bruto (VAB) de la provincia, y el 7 por ciento del andaluz, con una producción de más de 24.000 millones de euros y un total estimado de 335.000 empleos directos e indirectos. Con seguridad, se ha convertido por derecho propio en nuestra principal industria.

La puesta en marcha de la segunda pista del tercer aeropuerto peninsular duplicará en breve la capacidad actual del aeródromo y permitirá que en cada hora despeguen hasta 72 aviones, es decir, una operación cada dos minutos, pudiendo cubrir a medio plazo la capacidad necesaria para movilizar 30 millones de pasajeros al año.

Por todo lo anterior, se desprende que las infraestructuras del transporte constituyen un factor esencial para el progreso de los territorios, y ahí Málaga, afortunadamente, puede llevar cierta ventaja competitiva. El principal reto será pasar de aeropuerto a «Metrópoli Aeroportuaria», facilitando nuevas redes y oportunidades de negocio entre las pymes del entorno, conectándose con el resto de elementos del transporte, estableciendo una clara intermodalidad entre AVE, metro, cercanías, autovías, etc.

Está claro que Málaga puede jugar con ventaja en el mundo de la especialización de los servicios tecnológicos avanzados. Se está incubando un verdadero ecosistema de innovación, en el que el Parque Tecnológico y la UMA, junto a la referida y futura Metrópoli Aeroportuaria, tendrán que abrazarse con la otra gran industria de la Costa del Sol: la turística. Nuevas tecnologías aplicadas al turismo. Pero esa, será otra historia. A debatir probablemente en Málaga Valley. Pronto.