Las nubes se levantan, el frío arrecia. Don invierno ya abandonó hace semanas el calendario, aunque haya intentado comerse parte de la primavera con improvisadas bajadas de temperatura y alguna ciclogénesis explosiva que han hecho a más de un viajero del aire echar en la pequeña cabina de aseos de un avión hasta la primera papilla. Pues eso, que el buen tiempo inaugura la temporada BBC. Y no me refiero a la cadena de televisión. Bodas, Bautizos y Comuniones, que se extenderán hasta entrado el otoño. Esos eventos sociales que atormentan a más personas de las que alegran porque, seamos sinceros, más de uno con los tiempos que corren ven en estas citas un terrible compromiso con su coste económico correspondiente y su embargo de un tiempo importante en la vida de cada uno. ¿O es que ustedes no han dicho nunca «vaya putada, este fin de semana tengo una boda, bautizo o comunión a la que tengo que ir»?

Para los protagonistas son días cruciales y muy disfrutados. Para la familia directa y para los amigos más cercanos también. Pero para el resto... Inversión en un traje o vestido para la ceremonia, un regalo que se va encareciendo directamente proporcional a la edad del sacramentado y un fin de semana hipotecado en una cita a la que no apetece ir. Vaya, que la invitación supone una cruz para el invitado, y para el que invita, otra. Lo curioso es que es como el elefante dentro de una habitación del que todos se resisten a citar. ¿Por qué se insiste en hacer BBC como si fuera un evento de la Casa Blanca cuando no hay ni parné ni interés? Éste es uno de los grandes misterios de la vida.

Hay que reconocer que los bautizos y comuniones son como pequeños dry runs de las bodas, uniones matrimoniales en las que más de una pareja se las ha visto yendo al cuarto de atrás tras cortar la tarta para ver si en los sobres de dinero que les han regalado minutos antes hay suficiente para poder pagar el convite. Nunca entenderé este tipo de bodas, donde la fiesta parece ser más importante que el mismo enlace, pues si no se tiene dinero no es necesario invitar al vecino de tu jefe. También es habitual ver a los novios besando y haciéndose fotos con personas que no han visto en toda su vida ni conocen sus nombres. ¿Por qué no se estilan las bodas pequeñas? ¿Somos tan cuadriculados que el afán por quedar bien con todos y por seguir ese protocolo (que por cierto eludimos el resto de los días de nuestra vida) ganan al sentido común cuando se trata de BBC? ¿A quién se le ocurrió la genial idea de adaptar las despedidas de solteros yankis a las bodas españolas?

No obstante, para todos aquellos que celebren sus BBC estos días les deseo lo mejor, y paciencia. La necesitarán.