Málaga tiene un problema con la cultura y sus millonarias inversiones. Los innumerables proyectos vinculados con la cultura darían para una exposición permanente sobre museos fallidos, sobre sus historias, medias verdades y decisiones erróneas adoptadas cuando los billetes de 500 euros circulaban por la provincia sin límite de velocidad. Ahora, con los empujes de esta brutal crisis económica y financiera, ninguno de los grandes proyectos que durante años PSOE y PP nos vendieron serán realidad. Otros tardarán décadas.

Es conocido ya el cuento chino que durante años nos narró por capítulos la Junta de Andalucía para convertir el Convento de la Trinidad en el Parque de los Cuentos. El nombre ya presagiaba su contenido y su futuro. Durante sus siglos este edificio vio como Isabel la Católica se instaló en él durante el asedio a Málaga, cómo pasaron los frailes trinitarios, cómo fue saqueado, medio destruido, abandonado y maltratado durante años hasta que en 2005 la entonces consejera de Cultura, Rosa Torres, anunció una inversión de 30 millones de euros para transformar el viejo convento en el Parque de los Cuentos. Se convocó un concurso internacional, se gastó una pasta en maquetas y publicidad; y se presentó una y otra vez como la gran apuesta cultural de la Junta de Andalucía en Málaga. Siempre con el calificativo de «pionero», que en lenguaje periodístico significa que quieren vender una moto que no carbura. Aun así, Rosa Torres no tuvo decoro alguno y lo presentó en innumerables ruedas de prensa, pero pocos fueron los ilustrados que alcanzaron a comprender su dimensión. Se ideó como un equipamiento para divulgar la tradición oral andaluza y promover el hábito de la lectura entre los más jóvenes, donde habría montajes escénicos, exposiciones, conferencias, talleres..., hasta que cayó en el olvido. El marrón de Torres lo tuvo que despejar Paulino Plata que, tras unos cuentos muletazos con el rollo de la financiación público-privada y dudas inciertas, reconoció la inviabilidad del proyecto siete años después de que Rosa Torres lo pariera. A decir verdad se quitó un peso de encima.

Superar esta demostración de alegría en la gestión de fondos públicos debería ser difícil, pero en política siempre hay candidatos. La Opinión de Málaga adelantaba esta semana que el Ayuntamiento de Málaga aplaza sin fecha la convocatoria del concurso para rehabilitar y gestionar el uso cultural del antiguo cine Astoria. Sin entrar en el viejo debate sobre la demolición del mamotreto que más altera la estética decimonónica de la plaza de la Merced, la crisis económica se llevó hace tiempo por delante una de las promesas electorales de Francisco de la Torre: el «Museo de los Museos». Como alternativa para no dejar sin uso un edificio que el Ayuntamiento de Málaga compró por más de 20 millones de euros en 2010, el equipo de gobierno del PP optó por ubicar en la planta baja la ampliación de la Casa Natal de Picasso y abrir el resto del edificio para que la iniciativa privada gestionará espacios culturales dedicados a salas de ensayo, estudios de grabación... Una propuesta menor pero que evitaría dejar vacío y sin rehabilitar un inmueble que se compró en plena crisis sin tener claro la viabilidad de las propuestas. Primero se descartó ubicar el «Museo de los Museos», una especie de espacio museístico que recogería cesiones de fondos de otros espacios culturales destacados del mundo; y ahora se aplaza el «plan b» con el pretexto de que los proyectos barajados por la iniciativa privada son de poca solvencia económica y con actividades poco interesantes para atraer público. De hecho ni se ha convocado el concurso para que las empresas presentaran los proyectos, ya que en varios viajes al extranjero han comprobado que no se adaptan a las características del proyecto. Al menos eso es lo que defienden.

Curiosamente actividades parecidas a las ideadas y rechazadas para el viejo Astoria son las que el Ayuntamiento de Málaga quiere ubicar en Tabacalera, un edificio que supuso una inversión de más de 30 millones de euros y que se ha quedado sin contenido tras el fracaso del museo de las gemas y la tomadura de pelo de Art Natura.

Estas peripecias culturales heredadas de los tiempos de bonanza y gestión poco acertada son ahora dos grandes problemas de imagen para el Ayuntamiento de Málaga, que no encuentra contenidos de calidad, ni inversores que eviten que los dos inmuebles sean candidatos para convertirse en talleres de baile, estudios de grabación, academias... tras una inversión de más de 50 millones de euros. Desde luego el problema no es menor y todavía queda por desalojar de Tabacalera a Fulgencio Alcaraz, que opondrá más resistencia que los «okupas» de los Baños del Carmen.

Quizás falte en esta ciudad un poco más de pragmatismo, de realismo, de pensar y estudiar antes que gastar e invertir, pues nadie duda de las buenas intenciones cuando se idea un proyecto, pero el Parque de los Cuentos, el cine Astoria y Tabacalera son tres huellas imborrables en la historia de la cultura en Málaga. Y lo más maravilloso es que nadie ha reconocido haber cometido el más mínimo error o han aprendido una lección. En la campaña de las elecciones andaluzas el PP lanzó la idea del «Prado malagueño» en La Aduana cuando ni siquiera se habían establecido negociaciones con el Patronato del Museo del Prado que es el que decide la cesión de los fondos. No vendría mal un poco de seriedad y rigor por parte de quienes nos gobiernan.