La multitarea está dejando de ser un término neutro asociado principalmente a la ingeniería computacional para penetrar cada día más en el ámbito de las capacidades humanas y no sólo bautizar ya a toda una nueva generación de jóvenes, la generación multitarea, sino incluso perder esa neutralidad original como concepto definitorio y convertirse casi en una loa o elogio. Ser «multitarea» se asocia con aquella persona que supuestamente es capaz de desarrollar de manera simultánea varias actividades de cierta exigencia cognoscitiva con notable éxito.

Pero la ciencia, por desgracia, sigue empeñada en negarnos esta posibilidad y cualquier intento social de entronizar la multitarea y ofrecerla como solución al cambio propiciado por la era digital puede acarrear a la larga una tendencia a análisis cada vez más superficiales. Varios estudios científicos realizados en distintos centros de investigación o universidades, han demostrado últimamente que la multitarea, asociada al cerebro humano, no es posible, al menos con cierta garantía de éxito, y que cuando intentamos simultanear dos tareas que requieren cierto grado de esfuerzo intelectivo, nuestro cerebro crea un cuello de botella y el resultado es peor que si se abordan ambas tareas de manera secuencial o sucesiva.

Investigadores de la Universidad de Stamford, por ejemplo, analizaron las conductas de estudiantes supuestamente multitarea del centro, que habían sido seleccionados previamente y separado en dos grupos, uno que reunía a los estudiantes de perfil multitarea leve (low multitaskers) (LM), y otro a los multitarea elevada (high multitaskers) (HM). El estudio se enfocó sólo en estudiantes multitarea, para evitar que los que no eran multitarea desvirtuaran los resultados.

La investigación arrojó datos categóricos: los HM, los multitarea elevada, encontraban más dificultades para discernir entre lo importante de lo secundario, tenían un índice de retentiva menor que los LM, y, además, sorprendentemente, eran también más lentos a la hora de cambiar de una tarea a otra.

«Cuando están expuestos a situaciones en las que hay múltiples fuentes de información procedentes del mundo exterior o emergiendo de la memoria, son incapaces de filtrar lo que no es pertinente a su objetivo», concluía el estudio.

David Strayer, profesor de Psicología y codirector de un laboratorio de estudio del cerebro en la Universidad de Utah, es tajante: «Sólo podemos procesar una cosa a la vez. Cuando realizamos tareas múltiples, en realidad sólo estamos pasando de una actividad a otra. Esto consiste en quitar atención a una tarea para pasársela a otra, de modo que puedas procesar la otra, y volver una y otra vez». Strayer hizo una prueba con Petrus Venter, una de las personas que supuestamente mayor capacidad tenía en el mundo para la multitarea. El experimento lo recogió National Geographic en un programa sobre los límites de la atención. Se puso a Venter al frente de un coche en un trayecto lleno de obstáculos, mientras una persona, a través de unos auriculares, le iba haciendo preguntas que requerían al menos una atención cognoscitiva básica. Los resultados demostraron que la conducción empeoraba a medida que las preguntas se iban haciendo más complejas, y el nivel de acierto en las respuestas también descendía.

No es posible, al menos para un 98% de la población, realizar dos tareas cognoscitivas de cierta relevancia simultáneamente sin con el mismo grado de éxito con que se realizaría una. La multitarea sólo funciona en niveles básicos de exigencia cognoscitiva, pero es incompatible, al menos de momento, con actividades que requieren cierto grado de análisis.

Sí pueden realizarse, por ejemplo, a la vez, dos tareas automatizadas o que hemos aprendido de manera repetitiva, o una repetitiva y otra cognoscitiva (conducir y hacer una multiplicación), porque una, la repetitiva, la realizamos de manera inconsciente, pero en el momento en que la atención cognoscitiva aumenta, (la conducción se hace más complicada por escollos en el camino), sólo somos capaces de procesar bien una tarea.

Muchos investigadores vaticinan que puede que haya un cambio biológico que propicie un salto evolutivo y que el hombre del futuro sea, efectivamente, multitarea; es decir, podrá desempeñar varias actividades de cierto nivel cognoscitivo con gran éxito. Algunos otros estudios (uno reciente de la Universidad de Hong Kong, por ejemplo), aunque siguen manteniendo que la multitarea como tal no es posible a niveles de atención cognoscitiva de cierto grado, destacan, sin embargo, algunos efectos positivos adicionales en algunas actividades cognoscitivas muy concretas o determinadas habilidades, pero mientras se produce ese salto, de momento, siguen recomendando que para sacar el mayor rendimiento posible y conseguir más profundidad de análisis, es mejor seguir a pies juntillas lo que algunos antiguos maestros repetían cuando alguien quería ir demasiado deprisa y hacer varias tareas a la vez: «Después del uno, el dos».