Aunque del tiempo siempre se dice que está loco, el de estos meses revalida el refrán: marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso. Sin embargo en las montañas las flores de eléboro, que brotan pletóricas a fines de febrero, muestran una juventud inusual, como si hubieran rebrotado con la invernada tardia. Hay muchos modos de vivir las estaciones, pero los más certeros son el de los pájaros, el de las plantas y el de las estrellas. Sigo sin oir cantar al cuco, que marca el fin de las nevadas, pero ha de ser porque no hayamos coincidido. Estos son juegos terrestres, del universo a ras de suelo que solemos conocer como la vida. Los astros, en cambio, son inexorables: del centro de la escena ha hecho mutis el magnífico cazador Orión, y su Can Mayor, con Sirio, y ahora manda Boyero, con Arturo pontificando allí arriba. Mientras las estrellas cumplan todo estará en orden.