Siempre es drama descender de categoría, pero tiene la ventaja de hacer nacer de forma automática la aspiración de recuperarla. Por otra parte cuando uno baja de categoría mucha gente da la espalda, o se ceba en los despojos, y cabe hacer un censo certero de fidelidades e infidelidades, de amigos y enemigos. La ley más constante de la vida es que se sube y se baja a cada tanto, para luego volver a subir y después bajar (hasta la bajada final). España ha bajado de categoría, pero volverá a subir. Ahora le dan la espalda los inversores, los mercados y la opinión pública global, mientras algunos países que se decían amigos se dedican a morder al animal herido. Pero lo que importa es que la afición le siga fiel y crea que tiene hechuras y tradición de equipo grande, que en todo caso es el nuestro. Todo esto es aplicable también al viejo Sporting, victimado ayer por el sistema-fútbol.