No es de extrañar que el viento de noroeste–nuestra brisa terrestre– , el terral, haya adelantado su anual visita a su tierra de refugio ya que el gradiente térmico socio-económico que estamos soportando invita a ello. La actual situación se aterrala aún más y genera una marea de movilizaciones por la defensa del sector público y para frenar los recortes-ajustes del Gobierno central y de la Junta de Andalucía en áreas tan vitales como la sanidad y la educación; estos días la ciudad se transforma en una constante concentración de protestas de insatisfacción y desasosiego provocado por el efecto tijera.

A ello le añadimos, en este sumatorio de despropósitos y desajustes, más incertidumbre en referencia a una obra que desde el punto de vista de los expertos será uno de los ejes de la trasformación de la metrópolis futura: el metro de Málaga. Las dudas sobre la fecha de su inauguración para el próximo febrero han generado una sorprendente unanimidad de todos los agentes activos de la capital; coincido con los mismos en la importancia del término de esta inversión para la consolidación de nuestra milenaria urbe.

Y de este instrumento, entre otros muchos, inventado por el hombre, parafraseando a Jorge Luis Borges, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo. En la semana que transcurre, para aliviarnos de tantas turbulencias, tenemos una cita, convertida en un paseo relajado, en nuestro Parque-jardín convertido en biblioteca.

La Feria del Libro nos otorga la oportunidad de volver a encontrarnos con el sosiego de la lectura; con el abrazo del libro; con la inquietud por conocer. No se pierdan este acercamiento, este bálsamo que alegra el sentimiento y nos acerca a la quietud. Recuerden, «Lee y conducirás, no leas y serás conducido». Santa Teresa de Jesús.