¿Estamos hasta la coronilla de oír agoreros anunciándonos las doce plagas. Pues, mire usted, yo cuento y aún no llego a la docena, ¿de qué nos quejamos? Hoy he visto colgadas de las ventanas un montón de banderas rojas y gualdas. «¿Qué ha pasado?» –me pregunté. Mi santo, siempre pendiente de mis angustias, me tranquiliza: «Nada, mujer, que empieza a jugarse la Copa de Europa de futbol».

Como una es muy tolerante, le agradecí la información y pensé en los aficionados: «Pobrecillos, al menos, ellos, no pensarán en la señora Merkel en estos días».

¿Han conocido a alguien con menos imaginación para vestirse? Yo, que no soy chismosa, el Señor me libre, le llevo contadas treinta y dos chaquetas, cada una de un color diferente. Luego, he recapacitado y me he dicho: Esta señora, tal como anda la economía europea, no tendrá mucho tiempo para ir de compras al mercadillo, por eso le habrá dicho a su secretario particular, mientras le daba un chaqueta de muestra: «Peter, acércate al mercadillo de los viernes y me compras unas chaquetas de esa talla y de ese patrón». «¿De qué color, señora cancillera?» «Pues€una de cada color, para que luego no diga la prensa que siempre llevo puesta la misma ropa, que hay mucho periodista chismoso».

A principio de semana, fuimos, en familia, a visitar la Feria del Libro. Me subí en mi querido Bibliobús, para recordar otros tiempos, y para saludar a antiguos compañeros.

Desgraciadamente, en general, no había mucho público, pero, me dije: «Al menos, algunos de los que están visitando la feria comprarán un libro como recuerdo». Cada libro es una joya inigualable. Palabra de bibliotecaria.