Bendodo reestructura su equipo de gobierno en la Diputación y sitúa a Francisca Caracuel como vicepresidenta. Es lógico que la única que sepa de números, y mucho, en esa casa tenga el poder máximo con los tiempos que corren. Caracuel, concejal en Marbella, es seria, rigurosa, técnica y ciertamente alejada de sectarismos. A primera vista el perjudicado es Fran Oblaré, que de primero pasa a vicepresidente cuarto. Que una Diputación tenga cuatro vicepresidentes es como si en una frutería de veinte metros hay cinco encargados. Tal vez pasara antes también, pero la idea es que mejoraran las cosas no que las dejaran igual o peor. Pero en fin, no era plan de desairarlo. Es engañoso su descenso, decimos, porque pasa a controlar algo vital. Bendodo ha encomendado el partido a Oblaré (un tipo leal y honesto, auténtico, que sin embargo debería leer mejor lo que le pasan para firmar, hacer un máster en firmas, vamos€). Poder máximo en la formación política. Ante la inutilidad, incompetencia y desidia manifiesta de no pocos figurones de la dirección con el que el presidente provincial no estaba muy contento. Lo tenían, por decirlo fino, hasta los mismísimos estribos ya. El destino de Oblaré estaba escrito, si bien, el guión primero (iba a ser el delegado del Gobierno andaluz) hubo de ser pelín reescrito.

Bendodo remodela el equipo de gobierno de la Diputación pero también el partido. Ha nombrado a trece coordinadores. Cuando tienes que nombrar a trece coordinadores es que la descoordinación previa debía ser importante. O les hace falta un experto en naming. Dicen que es para preparar las elecciones municipales. Puede. Pero quedan muy lejos. Y tampoco es creíble (ni es un mensaje presentable) que un partido, con la que está cayendo, esté ahora preocupado por los votos a cosechar dentro de tres años. En un contexto en el que no sabemos ni donde vamos a estar o qué va a ser de nosotros dentro de una semana. El cambio en la cúpula es sobre todo para preparar el congreso provincial de dentro de seis meses. El mensaje es: estos son mis trece apóstoles (vamos a resistirnos al chistecito de elegir a San Pedro y a Judas) en ellos confío, ellos dirigen el partido y ellos son la dirección paralela. Son jóvenes, en sentido amplio del término, casi todos lo han acompañado en las duras y en las maduras, son de su generación política, son una dirección paralela y de facto y serán los hombres y mujeres fuertes en la estrategia futura. Toda vez que Francis Salado, portavoz en Diputación, alcalde de Rincón y secretario general, demasiado para el cuerpo, deje seguramente este último cometido.

Con todo, no conviene olvidar que el objetivo máximo y prioritario del PP malagueño ahora es descabalgar a Carnero en Benalmádena, el bastión socialista. Y ahí siguen en tal empeño para teñir un poco más de azul el mapa político de la provincia. Bendodo remodela partido e institución y asienta en Pacífico el poder real, que a su vez en clave interna se configura como un contrapoder a la Casona del Parque. Son probables más movimientos en la Diputación, el descontento del presidente y su entorno con algún que otro diputado y con algunos directores de área es patente y poco escondido. Bueno, eso por no hablar de la (escasa) actividad y presencia mediática, que ya de por sí (no) habla por sí misma de algunos de ellos. La política es muchas cosas, entre ellas, moverse y salir en la foto, dar sensación de actividad. El PP la da, logra que los medios se ocupen de él de nuevo, empachados ya también, todo hay que decirlo, de gastar tinta en los líos internos del PSOE. Que promete nuevos episodios emocionantes.