Elías Bendodo es un tipo listo y sabe de política. Tiene olfato y hace equipos. Es de los que mide bien los tiempos, mueve fichas con la inteligencia de recomponer, rehacer y garabatear con el equilibrio interno para que todos queden contentos o que sean pocos los damnificados para evitar guerras futuras. Con el tiempo ha aprendido también a escuchar los sabios consejos de otros dirigentes del PP, que le frenan en los naturales instintos de limpieza orgánica que habitan en todos los partidos políticos a semejanza de los leones con las camadas que no son suyas. Le queda aún un largo recorrido, pero también entender que no todo sale como se dibuja en una mesa o que los peldaños del poder es mejor subirlos de uno en uno. Evita complicaciones futuras o desengaños como la esperada presidencia de la Junta de Andalucía para Javier Arenas o la alcaldía de Benalmádena.

Tras el paréntesis obligado por la amarga victoria en las elecciones andaluzas, el presidente del PP y de la Diputación Provincial decidió mover el árbol orgánico e institucional debido a la falta de actividad de la actual estructura del partido. En política hay una máxima que Bendodo conoce bien: puede haber un partido sin gobierno, pero los gobiernos sin partido son efímeros. Y el PP tiene mucho de gobierno en la provincia de Málaga (gobierna al 86% de la población), pero poco de partido debido a que la cúpula del comité de dirección dedica más tiempo a sus cargos institucionales que a las labores internas. Normal.

Fracasado el «plan A» pensado para copar la administración andaluza de cargos malagueños en todos los escalafones y pelear por la gestión de la Consejería de Turismo, Elías Bendodo se ha dado un tiempo prudencial para poner en marcha su «plan B». El primer paso ha sido rearmar el partido ante la ausencia de actividad e ir preparando la nueva estructura orgánica para el congreso provincial de septiembre-octubre.

Bendodo ha sacrificado la vicepresidencia primera de la Diputación de Francisco Oblaré para encomendarle el día a día del partido y relevar en un futuro a Francisco Salado como número dos. Aunque la excusa será que la alcaldía de Rincón de la Victoria requiere casi todo el tiempo de Salado, que también es portavoz en la Diputación, una lectura más en clave interna sería que el alcalde de Rincón y secretario general del PP proviene de la etapa anterior a Bendodo y que ya se ha cumplido el tiempo de transición sin minusvalorar el gran trabajo realizado por Salado.

Oblaré, por tanto, asume de facto el control del PP en Málaga. La número tres, la diputada Margarita del Cid, tampoco tiene tiempo suficiente para el partido. Pasa casi tres días a la semana en Madrid, dedica esfuerzos a la presidencia de la Mancomunidad de Municipios a la que no está dispuesta a renunciar como dijo en su día y, además, próximamente será madre.

Bendodo completó su «plan B» para situar a Oblaré como nuevo hombre fuerte del partido con el nombramiento de un puñado coordinadores de áreas, repartiendo unos puestos orgánicos para calmar o colmar las aspiraciones de unos y resarcir a otros tras tres elaboraciones de listas electorales donde, lógicamente, hubo ganadores y vencidos.

Pero aún más interesante es la reestructuración realizada por Bendodo en la Diputación de Málaga. Oblaré, tan eficaz y trabajador como leal, no protestará en público por verse descabalgado en menos de uno año de la vicepresidencia primera para que ésta sea asumida por Francisca Caracuel, una compensación al PP de Marbella y a la propia Caracuel por no obtener la presidencia de la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol. El nombramiento premia también su eficacia en la gestión económica, donde ha logrado sanear las maltrechas cuentas de la Diputación y ahora se le encomienda la puesta en marcha de un plan de inversiones productivas con incidencias en todas las comarcas. Caracuel, además, gana peso de forma considerable pues une a Economía y Hacienda, Urbanismo y Planeamiento.

Elías Bendodo crea de esta forma un tándem político que dará mucho juego a la Diputación y al partido, y que se inspira en el creado por Manuel Chaves hace décadas con Luis Pizarro y Gaspar Zarrías y que tanto rédito le aportó al expresidente andaluz.

El presidente del PP, tras las victorias electorales de las generales (18 puntos de diferencia con el PSOE), municipales (19 puntos de diferencia) y autonómicas (10 puntos de diferencia) tenía claro que debía reactivar el partido y darle vida pues tantos triunfos lo habían vaciado por el reparto descomunal de cargos públicos que no disponen de suficiente tiempo para alimentar y engrasar a diario la maquinaria de un partido imbatible desde hace años. O para vender la gestión del Gobierno de Rajoy ante la oleada de protestas ciudadanas y manifestaciones por la severa dieta social impuesta.

El PP de Málaga corría el serio riesgo de sucumbir ante lo institucional y había que darle un meneo pensando tanto en el congreso provincial, donde Bendodo hará cambios en la dirección; como en el congreso regional de este verano, donde a todos los populares les dolerán las manos de aplaudir en el particular jubileo del desaparecido Javier Arenas. Queda por ver el papel que jugará Málaga en el cónclave regional, donde habrá que limar asperezas entre provincias pues desde Sevilla, que fue la única que perdió, se echó en cara a Málaga que no hubiera obtenido los dos parlamentarios más que daban todas las encuestas. Pero eso será otra historia.

No menos interesante será el «plan C» de Elías Bendodo para dentro de poco más de un año. Bien entrado el ecuador del mandato deberá lidiar con el debate más que seguro de la sucesión de Francisco de la Torre al frente del Ayuntamiento de Málaga. Esta opción cada vez gana más enteros debido a las horas bajas por las que atraviesa el alcalde al que se le multiplican los frentes en la gestión municipal. Desde que inició este mandato De la Torre no ha tenido ni un respiro y se suceden las polémicas, por no emplear otro calificativo, como el monumental fiasco del caso Tabacalera, la indecisión con el futuro del cine Astoria o la reciente sentencia judicial que le obliga a pagar con dinero de todos los ciudadanos unos 20 millones de euros a una promotora por los retrasos en la obra municipal del mercado del Carmen que impidió a la empresa levantar 230 viviendas. Algunos destacados militantes del PP, en conversaciones privadas, apuntan que éste será el último mandato de Francisco de la Torre e incluso creen que el Ayuntamiento de Málaga ha perdido la iniciativa política al ir a remolque en los distintos casos que sacuden la actualidad municipal. No será fácil para Bendodo lidiar con el tema de la sucesión del alcalde y evitar que día tras día figure como la carta más probable para competir por la alcaldía de Málaga en 2015. Un «plan C» que sólo Bendodo sabe cómo acabará aunque todos intuyen el final del cuento.

Juande Mellado es director de La Opinión de Málaga