Estamos en un país diferente, sin duda. Éste es un sitio, qué quieren que les diga, en el que uno no puede decir lo que piensa so pena que quiera exponerse voluntariamente al linchamiento mediático propiciado por el político de turno que sólo mira por su finquita sin pensar en si lo que defiende es bueno para todos o sólo para los egos que lo sostienen.

Abro mi artículo así porque, como ya anunciamos en esta tribuna, el asunto de los nuevos partidos judiciales de la provincia está generando una agria polémica abanderada por los alcaldes cuyas ciudades coinciden con las cabeceras de circunscripción afectadas por el futuro rediseño. Recuerden: la propuesta del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) consiste en rebajarlas de once a cinco, de tal forma que Málaga y Torremolinos continuarían como hasta ahora; Marbella absorbería a Estepona; Fuengirola a Coín; Vélez a Torrox y Antequera, Archidona y Ronda conformarían una gran demarcación.

El presidente de la Audiencia Provincial, Antonio Alcalá, y otros responsables judiciales han hecho un llamamiento al desapasionamiento y a mirar el problema sin caer en el paletismo, entendiendo que el signo de los tiempos ha cambiado concepciones y distancias, y las nuevas tecnologías han trastocado escenarios otrora impensables. Pero a los dueños del terruño perder el partido judicial les toca las narices, y uno de esos regidores le ha enviado al presidente de la Audiencia un libro con la historia de su ciudad, según pudo saber este periódico.

Lo cierto es que, pese a la elegancia en la forma de protesta, el libro está mal dirigido, puesto que no serán los jueces quienes se encarguen de determinar qué circunscripciones serán realidad, sino los partidos políticos, puesto que será el Congreso el que vote la futura Ley de Demarcación y Planta. Tal vez, este alcalde debiera haber enviado el libro a Gallardón –su correligionario–.

«Reserva de occidente»

Comienza a imperar entre los jueces una cierta sensación de hastío por la insostenible situación en el cargo de su presidente, Carlos Dívar. «Los nuevos jueces, Torres o Alaya, son la verdadera reserva de Occidente: ellos son los que han alzado la bandera contra la corrupción, los que abrieron camino», explica un magistrado, quien opone esa reflexión a la situación de su jefe: «Por lo menos que se explique». Otros tantos son de la misma opinión, aunque, evidentemente, no quieren salir a la palestra vaya que les corten la cabeza. La persistencia de Dívar en el cargo es una indecencia. Si los vocales no lo ven, tal vez también sobren ellos.