No es nada casual que el rescate bancario que nos va a costar a todos los españoles unos 100.000 millones de euros haya sido solicitado el sábado 9 de junio, víspera del debut de la selección española de fútbol en la Eurocopa de Naciones. Es un truco tan viejo como la propia política: en la mañana del lunes en las cafeterías y mercadillos el debate giraba en torno a la alineación de Del Bosque, a la ausencia de un delantero centro nato, a la falta de puntería y a las filigranas de Iniesta. Nadie hablaba de ese torpe zaguero económico llamado Luis de Guindos, y mucho menos del huidizo capitán Rajoy, que de nuevo dio la espantada el sábado para comparecer el domingo poco antes de embarcar rumbo a Polonia para animar a la selección: él más que nadie necesita de sus victorias y de sus triunfos.

Gobernar, parece que el Gobierno de España gobierna poco. Se contradice, miente, genera confusión, ha perdido la confianza de los ciudadanos. Pero en comunicación poca gente le gana a esta máquina de crear cortinas de humo y de inventar eufemismos que es el PP. En pocas semanas hemos tenido varios ejemplos gloriosos, con la inefable Esperanza Aguirre a la cabeza en cuanto a desparpajo se refiere.

En mayo se descubre que la Comunidad de Madrid tiene un déficit mucho mayor que el declarado. Nada menos que el doble, unos 2.000 millones de euros. Pues nada, como es la final de la Copa del Rey, y como esa final la juega el Barcelona contra el Athletic de Bilbao, pues se monta una maniobra de distracción básica y se dice que si hay abucheos al himno nacional que se suspenda el partido. Demarra la lideresa y con ella toda su paniaguada corte mediática, que le sigue con gusto la jugada. Y en vez de hablar del engaño de las cuentas de la hasta entonces ejemplar Comunidad de Madrid se monta un circo patriótico a medida de la lideresa. Touché.

Poco después, y tras varios conatos abortados, la misma dirigente presenta por fin las cuentas para 2012 de la Comunidad que presuntamente gobierna. Recortes, bajadas de sueldos, subidas de impuestos. Promesas incumplidas, sueños rotos. Pero de nuevo hay oportunidad para la cortina de humo: se propone una reducción del número de parlamentarios. Aplausos en la grada, que para eso se les paga. Los políticos a su casa, barra libre a los tecnócratas y a los mercados. Se agita la hinchada liberal. Los recortes millonarios a nadie le importan. A vivir que son dos días.

Con estos precedentes, Rajoy lo tenía fácil. De la alienación a la alineación no hay más que un simple cambio de letras. ¿A quién le importa ya la posible bajada de las pensiones, la impunidad de los banqueros, la crisis económica, el desmantelamiento del sector público, la voladura descontrolada del estado del bienestar o el futuro de varias generaciones de jóvenes, si lo que realmente está en juego es la Eurocopa y el honor y el prestigio de La Roja?

Lo peor de todo es que en julio empiezan los Juegos Olímpicos. Rajoy tiene cortina de humo para rato. Y esto no es un mal chiste, sino la cruda realidad.