Cada vez que leo algo sobre el culebrón de los socialistas franceses me acuerdo de Juanjo, un noviete que tuve a los 16 y al que, hasta que me enteré, compartí con una compañera de clase. Por supuesto, cuando ella se presentó para delegada, yo apoyé a su principal contrincante. Hay algo visceral en lo que nos hacen sentir tanto las actuales parejas de nuestros ex como los ex de nuestras parejas. Es imposible que nos caigan bien. ¿Hay algo que dé más gusto que que te digan aquello de «Dónde va a parar... tú eres mucho más mona, y con más estilo, vamos...»? Algo que, por cierto, sólo te dicen tus amigas para que no te vengas abajo al ver a la moza que se ha colgado del brazo de tu exmarido.

Da igual que ya no lo quieras; las parejas de los ex o los ex de las parejas nunca dejan indiferente. Si encima tu chico es el recientemente elegido presidente de Francia, y su ex aspira a un escaño en las elecciones legislativas, ¿cómo puede sorprenderle a nadie que la actual pareja de François Hollande, la periodista Valérie Trierweiler, haya mostrado en las redes sociales su intención de no apoyar a la ex de él, Ségolène Royal, en su carrera política? Los franceses serán muy modernos y civilizados, pero lo de marcar el territorio viene de mucho más lejos que el charme. El caso es que nuestros vecinos están de lo más entretenidos ahora que toda Europa anda necesitada de alegrías. Nosotros, más, y sin embargo desde lo del elefante nos falta un buen cotillero de alto nivel que nos haga olvidar unos minutos lo del rescate bancario. No, el fútbol no es bastante. Si ganamos, es lógico porque somos los mejores, y si perdemos, se acabaron las rentas de Sudáfrica.

Hay que buscar otra cosa parecida a lo de Francia y, entre tanto, tendremos que conformarnos con ver cómo respiran las dos mujeres del presidente galo quien, por cierto, no tiene ningún problema en apoyar a su exmujer desde las alturas después de haberla vapuleado en su carrera por liderar a los socialistas franceses. Ségolène no parece haberlo tenido fácil, en parte, dicen, por el machismo imperante aún en la sociedad francesa y en su partido por muy de izquierdas que sea. Perdió ante Sarkozy en 2007 y luego en las primarias socialistas de 2011 ante su ya exmarido.

Ahora, en su lucha por lograr el escaño de La Rochelle, se enfrenta a Olivier Farloni, un candidato disidente socialista que no cuenta con el apoyo oficial del partido pero sí el de la compañera del presidente. ¿Quién puede culpar a Valérie? Al fin y al cabo, yo no hubiera votado a mi rival con Juanjo en sus aspiraciones a ser delegada de curso ni aunque hubiera prometido un sobresaliente general para toda la clase.