A propósito del gol que no fue gol, o sea, el que le marcó Ucrania a Inglaterra y no subió al marcador pese a que el replay de la jugada ha dejado bien claro que el balón había traspasado la raya, surge otra vez la cuestión de la verdad humana y la verdad real. La verdad humana incluye siempre los errores humanos. Este es un hecho, pero ¿deberían ser reparados los errores arbitrales, igual que lo son, al menos en lo posible, los errores judiciales? Aunque toda la vida es juego, dentro de ella hay actividades llamadas juego, y conviene distinguirlas de las otras. De los juegos forman parte los árbitros, como depositarios de otro elemento de azar dentro del azar, el error humano, y hasta el capricho. Si sustituyéramos a los árbitros por máquinas (algo ya hoy técnicamente posible), una parte de las pasiones que desata el fútbol, y que favorecen la salida de gases, quedaría bloqueada.