Pasamos de pobres a ricos rápido y no valoramos lo que tenemos. Parece que todas las selecciones han acabado la primera fase contentísimas. Y nosotros no sé si las expectativas son tan grandes que nos sabe a poco todo», sentenció ayer Vicente del Bosque, seleccionador nacional de fútbol, en una rueda de prensa para tratar de calmar la corriente agorera en la que está instalada la España futbolera (o sea, todo el país) desde que comenzó la Eurocopa de Polonia y Ucrania. No le falta razón al bueno del entrenador del bigote. España se ha plantado en cuartos de final del campeonato como primera de grupo. Sí, sufriendo, pero a la vez demostrando que a la mínima que los nuestros están inspirados va a ser difícil que algún combinado nos «meta mano».

La carcomida frase de «todos tenemos un seleccionador dentro» se ha reafirmado aún más durante esta fase final del europeo. El fútbol es debate y eso es bueno... «Que si jugar con un nueve, que si poner a un «falso» delantero, que si entrar por las bandas, que si quitar el doble pivote... O los que directamente ponen nombre y apellidos a los jugadores en los que debe el salmantino confiar o no: «Fernando Torres no se merece estar en la Eurocopa», «Arbeloa no sabe atacar y tendría que entrar Juanfran»... Pero ese debate se ha transformado en persecución a un técnico que lo único que ha hecho es triunfar en todos los equipos donde ha entrenado. A del Bosque le debe doler la cabeza. Y es que, el de seleccionador nacional, es el empleo de este bendito país en el que todos sabemos hacerlo mejor que el que ocupa el cargo.

Pero el marqués ya viene de vuelta. Desde que se hizo cargo del Real Madrid en la temporada 1999/2000 siempre ha estado discutido y siempre por razones futbolísticas (fue linchado por introducir una defensa de cinco para después ganar la Champions de la 1999/00 o por alinear un doble pivote en el Madrid de los galácticos de la 2001/02).

La etapa triunfalista de la selección española coincide en el tiempo con una de sus peores crisis económicas de la era moderna. El fútbol sube y el país cae en picado. Y sí, al españolito medio le importa más saber si va a jugar Torres o Cesc que le bajen el sueldo a los funcionarios. Así somos.