La ministra de Fomento, Ana Pastor, tan alérgica a cruzar Despeñaperros, va a ser hoy la heredera del capital político atesorado durante años por Magdalena Álvarez, con tesón y mucho trabajo. La inauguración de la segunda pista del Aeropuerto de Málaga forma parte también de la herencia recibida por parte del Gobierno de España que dirige a ratos Mariano Rajoy, una herencia que en Málaga tiene el nombre de todas las infraestructuras impulsadas por la ministra malagueña y socialista, y apoyadas año tras año en los Presupuestos Generales del Estado por los Gobiernos de España liderados por José Luis Rodríguez Zapatero.

En Málaga la herencia recibida por el Gobierno de España del diletante Mariano Rajoy es una herencia jugosa y palpable: no estamos hablando de participaciones preferentes, como viene a ser el aeropuerto de Castellón, sino de inversiones en el Puerto, en carreteras, en autopistas y autovías, en alta velocidad ferroviaria. Inversiones en museos de primera fila, en investigación y desarrollo, en equipamientos, en oportunidades. La segunda pista del aeropuerto Pablo Ruiz Picasso, aunque llega en tiempos de crisis, constituye una enorme oportunidad para Málaga y para toda Andalucía: la llegada posible de más de 20 millones de viajeros al año está ahí, esperando que la sensatez de los líderes mundiales permita una recuperación económica que va a pillar a nuestra provincia con todo preparado para despegar, Merkel mediante.

Que estamos ante una gran oportunidad lo supo ver el alcalde de Alhaurín de la Torre, con su proyecto de ciudad aeroportuaria que no ha llegado a tiempo. Se paseaba Joaquín Vilanova con un informe de Denver que no enseñaba a nadie, con multiplicadores, con datos de creación de empleo, con proyecciones de inversión privada que la crisis ha malogrado. No lo supo ver nunca, sin embargo, Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, contrapeso de todas las balanzas, que diseñó un Plan General de Ordenación Urbana enfocado únicamente a la construcción de viviendas y que ahora duerme en un cajón, entre pleitos y disputas, a la espera de una recuperación de la economía por la vía del ladrillo que si llega llegará más bien tarde. A nuestro De la Torre nunca le importaron ni Denver, ni Lyon, ni la economía creativa de Edimburgo, ni la capitalidad cultural de Liverpool. Su especialidad política ha sido siempre el municipalismo, con un toque provinciano gris marengo de la vida y de sus retos y de sus horizontes.

Me imagino la vorágine que se va a montar hoy en el aeropuerto. Decenas de cargos públicos del PP que repiten todos los días el argumentario de la herencia recibida, pisando la sagrada y hermosa herencia recibida de Magdalena Álvarez y de Zapatero. Pisando la sólida pista de hormigón que puede ilusionar a quienes esperan de un Gobierno que por fin gobierne. Vendrán muchos de ellos en otra herencia recibida, el AVE, y quizás paseen por la tarde por ese Puerto de Málaga que si ha dado un cambio radical ha sido también gracias a la herencia recibida. En temas del impuesto de sucesiones y donaciones –el que grava las herencias recibidas– ya sabemos que el PP jugó en su momento la baza de la supresión, haciendo un guiño descarado a las bondades del modelo neoliberal. Pero ahora, allá donde gobiernan, lo están recuperando. Siguiendo esta lógica, por lo menos podrían dar hoy las gracias. Es el tributo mínimo que merece la herencia recibida.