La noche de los Júas –cautivada en nuestros recuerdos luminosos e ilusionantes de la infancia y adolescencia–, con las hogueras mágicas de San Juan, iluminaron un año más el deseo en ampararnos de la oscuridad de las últimas añadas y casi despegan desde la segunda pista del aeropuerto recién inaugurada volando entre cenizas, olores, sabores, risas y expectativas hasta el comienzo del verano que viene. Vivimos, de nuevo, la purificación del fuego ante tanta y cansina incomprensión de la prevención del riesgo de la prima; de estar de moda entre las rebajas de Los Moody´s; de la resaca de los años dorados; de las más de 10.000 empresas que han cerrado en la provincia de Málaga durante los últimos cuatro años: un 60-65% se produjo por la falta de financiación por parte del sistema financiero como germen tóxico que hoy espera su vacuna-rescate, ¿Y la restauración de la malla protectora para las pymes cuándo llega?Ante tanta indecisión pienso en Hellen Keller, quien representa un modelo de persona discapacitada para oír y ver con voluntad de existencia, revelándose contra la discriminación e impotencia ante la oportunidad de tener una vida digna. Hoy se celebra el Día Internacional de la Sordoceguera, desde que en 1989 se redactase en Estocolmo La Declaración de las necesidades básicas de las personas sordociegas. Esta jornada nos tiene que hacer pensar sobre el hecho de no poder escuchar ni ver con transparencia lo que realmente estamos padeciendo a un alto coste económico y emocional. No ocurre nada. Estamos sordos y ciegos ante una realidad que nos abate pero la verdadera visión del presente día es otra: ¿Qué ocurre entre la lucha dicotómica que se cierne esta noche en la Península Ibérica: España o Portugal? Hemos llegado a no ver ni oír nada, tan solo el triste desconsuelo de una victoria ficticia en nuestras vidas. Salgamos a ganar nuestro futuro real. El de todos. ¿Que la Selección nos rescate? No.